En un nuevo giro copernicano, el papa Francisco ha decidido que todos los sacerdotes católicos podrán absolver de manera definitiva el aborto y todo pecado por grave que sea. «De ahora en adelante concedo a todos los sacerdotes, en razón de su ministerio, la facultad de absolver a quienes hayan procurado el pecado de aborto», ha escrito el pontífice jesuita, en una carta apostólica divulgada ayer por la oficina de prensa del Vaticano.

Tras una reflexión sobre el perdón y la reconciliación, Francisco advierte de que el aborto sigue siendo «un pecado grave, porque pone fin a una vida humana inocente». No obstante «no existe ningún pecado que la misericordia de Dios no pueda alcanzar y destruir, allí donde encuentra un corazón arrepentido», dictamina. La nueva disposición atañe no solo a las mujeres, sino también a «los médicos, enfermeros y activistas» que se arrepientan, según precisó Rino Fisichella, presidente del Consejo Pontificio para la Nueva Evangelización, en una rueda de prensa. «Con la nueva disposición papal, cambiará el código canónico (la ley fundamental de la Iglesia)», añadió.

Con ello, Francisco hace otro viraje respecto de la doctrina católica tradicional que consideraba el aborto un pecado castigado con la excomunión latae sententiae, es decir, automática. Y por tanto que solo podía ser perdonado por los obispos o el Papa.

A través de su carta apostólica, Francisco también ha enviado un mensaje de relajación para los sectores más conservadores de la Iglesia. Esto, extendiendo, «hasta nueva disposición», también la concesión de absolver los pecados de los miembros de la Hermandad de San Pío X, los llamados lefebvrianos, en alusión a su fundador, el cismático ultraconservador Marcel Lefebvre. Algo que los analistas han interpretado como un paso más para que el grupo --fundado en 1970-- sea readmitido dentro la Iglesia

PALO Y ZANAHORIA // Francisco repitió así el patrón de juego --zanahoria y palo, o viceversa-- que ha mostrado desde que es Papa ante las distintas sensibilidades de la Iglesia. De hecho, el nuevo desafío se suma a otros realizados por el Pontífice en los últimos meses, como su reciente llamamiento para que los sacerdotes atiendan a divorciados, familias monoparentales y parejas homosexuales, según sugirió en las 265 páginas de su encíclica Amoris Laetitia.