La historia del agua en España es la de tantas otras. De la España húmeda y la seca. De la que tiene y la que necesita. La gestión de un bien tan necesario ha enfrentado históricamente a territorios incluso cuando sus dirigentes compartían color político. Pero ahora esas dos Españas tienen algo en común: la carencia. El Gobierno del PP quiere firmar la paz definitiva en la guerra del agua con un gran Pacto Nacional para el que cuenta también con el PSOE.

Internet no se acaba. El agua, sí. El Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente lanzó a primeros de año esta campaña tras un 2017 que fue el segundo año natural más seco desde 1965. Lo que en el 2010 no era más que una advertencia de Europa --España consumía anualmente más del 30% de sus suministros a largo plazo-- es ya una realidad. El cambio climático aprieta y PP y PSOE coinciden en que no basta con mirar al cielo: hay que enterrar el hacha de guerra, también la interna, y hallar un discurso común.

El eslogan contrasta con aquel «habrá agua para todos» que Mariano Rajoy pronunció en campaña antes de llegar a La Moncloa. «Eso fue posible sostenerlo durante un tiempo, pero ahora ya es una ficción», defiende el encargado de dar forma a la postura del PSOE, Hugo Morán.

Desde el Gobierno insisten en que el agua tiene que ser «un punto de encuentro y no de confrontación». Ese ánimo conciliador es la principal novedad en un tema en el que ha prevalecido la confrontación política. En el 2001, el Gobierno de Aznar diseñó el rey de los trasvases: 1.000 millones de metros cúbicos de agua del Ebro hacia la costa mediterránea; 5.000 millones de euros de presupuesto. Mientras se aprobaba el Plan Hidrológico, catalanes y aragoneses salieron a las calles pidiendo que se retirara.

El cambio de color en La Moncloa trajo la derogación del plan. La entonces ministra del ramo, la socialista Cristina Narbona, sustituyó el faraónico trasvase por otro plan que incluía más desaladoras. Fue uno de los momentos más tensos de la guerra del agua. El PP murciano enarboló la bandera a favor del trasvase, que le ayudó a construir incluso mayorías absolutas en el territorio.

Trasvases, conflicto // En España existen muchos trasvases entre cuencas, algunos desconocidos. Pero no todos igual de conflictivos. El más grande, el trasvase Tajo-Segura, levantado antes de la democracia: 264 kilómetros de hormigón que llevan el agua al Levante español. Ese levante seco que, en tiempos de burbuja construyó verdes campos de golf y enormes urbanizaciones alrededor. Murcia, Alicante y Almería son también «la huerta de Europa»: tienen tierra y sol, pero les falta el agua con urgencia.

Fue en el 2013 cuando los populares, que tiñeron de azul todos los gobiernos regionales implicados en el trasvase, agitaron la bandera blanca. Los embalses no superaban el umbral fijado.

El PSOE quiere que el agua sea un indicador de «excelencia agraria», explica Morán, y propondrá incentivos a las explotaciones que produzcan lo mismo con menos consumo. Apuesta por la incorporación de altas tecnologías como la desalación y se inclina por un «catálogo del estado de todas las infraestructuras».