Albert Cavallé, el conocido como el estafador del amor que esta semana se ha sentado en el banquillo de los acusados de la Ciudad de la Justicia de Barcelona por embaucar a mujeres y quedarse con su dinero (acumula ya 25 denuncias), podría haber creado escuela. Y es que, según ha podido saber Mediterráneo, la Policía Nacional investiga a un joven canario, vecino de Castellón, que habría decidido imitar los pasos de Cavallé para enriquecerse.

El susodicho, de unos 22 años, se pone en contacto con mujeres a través de chats de internet y aplicaciones móviles. Entabla conversación con las víctimas, que son chicas con un físico discreto o con problemas de sobrepeso, y liga con ellas, haciendo gala de su simpatía y dotes de seducción, generando un clima de confianza que hace que las mujeres bajen la guardia. Se fían de él, se sienten halagadas por el joven y deciden verse en persona.

Ese es el momento, en las distancias cortas, en el que el joven aprovecha para robar, directamente, a las afectadas con astucia. Estas, a priori, no se dan cuenta del hurto y es más tarde cuando caen en la cuenta de que no puede haber sido otra persona más que el joven canario, que ha sido ya detenido en dos ocasiones y al que los agentes buscan para arrestarlo por tercera vez. Según ha podido saber este diario, el susodicho se apodera de teléfonos móviles y dinero en efectivo.

VÍCTIMAS / Tres chicas han presentado ya denuncia en la comisaría por estos hechos, aunque no se descarta que otras hayan sido víctimas del mismo engaño, no habiendo denunciado por vergüenza o por desconocimiento del autor.

Los investigadores han llegado hasta él y lo han relacionado con los diversos casos gracias a su acento, ya que todas las perjudicadas hacen referencia a que es un joven canario cuando lo describen. Esa es, precisamente, una de las características que el presunto estafador del amor utiliza como arma de seducción.

Las nuevas tecnologías juegan un importante papel para quienes usan el amor o el sexo para enriquecerse. Aplicaciones móviles diseñadas específicamente para ligar o para mantener encuentros sexuales se convierten en las mejores plataformas para los delincuentes sentimentales. «En esos espacios saben que pueden encontrar a gente con problemas para tener una relación o con falta de autoestima», inciden los expertos. Esas carencias son, precisamente, las que aprovechan para actuar. En el caso de las estafas, ya sean sentimentales o económicas, los embaucadores siempre ponen sus ojos en una persona vulnerable. Sucede también con los ancianos en los casos de tocomocho, estampita o abrazo cariñoso.