No es el primero ni será el último. El episodio del Hospital Provincial es uno más de la guerra política abierta entre el Consell de Ximo Puig y la Diputación de Javier Moliner. Pérez Rubalcaba inició el camino en el 2011 cuando anunció, como candidato, su intención de sustituir las diputaciones por consejos de alcaldes. La mayoría absoluta de Rajoy lo impidió y ahora vuelve a la actualidad con el pacto PSOE-Ciudadanos, que también prevé eliminarlas.

Puig realizó la misma promesa que Rubalcaba y la ha activado nada más pisar el Palau de la Generalitat. Quiere vaciar de competencias las corporaciones provinciales. Y no se trata tanto de un ataque frontal al último reducto de poder del PP tras las últimas elecciones, que también; si no que es algo que va en su filosofía de gestión, y más en tiempo de vacas flacas económicas. Es decir, el Consell quiere controlar los recursos públicos de las diputaciones, que tienen dinero en la caja gracias a las transferencias del Estado a través de los Presupuestos Generales. Y hay varios ejemplos de ello. Empezando por el Xarxa Llibres, pasando por el decreto de turismo y deportes, la lucha contra los mosquitos y ahora, la batalla más cruenta, el Hospital Provincial.

En definitiva, el objetivo del Consell no es otro que centralizar en Valencia toda la gestión de la Comunitat para evitar duplicidades. Y no entramos a valorar si esto es bueno o malo. Falta por ver si ese centralismo acaba por marginar aún más a Castellón. H