San Francisco, Bloody Mary, Michelada, caipirinha, mojito... Todo el mundo identifica estos nombres con los de cócteles habituales en numerosas reuniones y fiestas, así como también con que uno o varios ingredientes son bebidas alcohólicas.

Sin embargo, muy pocos saben que estas mismas elaboraciones, y otras muchas, pueden prepararse perfectamente con ausencia total de destilados espirituosos, de manera que los jóvenes consuman las mismas sin ningún tipo de problema.

Y dar a conocer esta posibilidad es el principal objetivo de la iniciativa que ayer se llevó a cabo en el disco-pub Vil de Vila-real. La Unitat de Prevenció Comunitària de Conductes Addictives (UPCCA), dependiente de la Concejalía de Sanidad, y en colaboración con la Comissió de Penyes, fue la impulsora de un taller de cócteles sin alcohol, abierto a ciudadanos de todas las edades, aunque dirigido especialmente a los jóvenes.

«La finalidad es demostrar que es posible disfrutar del buen sabor de combinados, de los que habitualmente forma parte el alcohol, sin que tengan una gota del mismo», explicó el técnico de la UPCCA, José Gisbert, quien no faltó a la cita financiada por la Generalitat y dirigida por la empresa PinoSport Élite, como tampoco lo hizo la edila del área, Silvia Gómez.

En esta ocasión, el barman José Luis Verde, encargado de realizar las mezclas y mover la coctelera dio forma a cuatro combinados: mojito, piña colada, Shangai y Panorámix --este dedicado a los más pequeños--, todos ellos hechos con zumos de fruta.

«Los asistentes al evento han tenido la ocasión de comprobar que para pasarlo bien en una celebración, como la que se acerca de la Navidad, no es necesario consumir bebidas alcohólicas que, en muchos casos, tienen el efecto contrario al que se busca», indica la organización.

Con responsabilidad

En reiteradas ocasiones, desde la Unitat de Prevenció Comunitària se ha insistido en que la meta de las campañas y actividades que se desarrollan desde la misma no es la de criminalizar las bebidas con alcohol, sino el de fomentar un consumo que sea «responsable», con la excepción de los menores de edad, a quienes está prohibido proporcionarles este tipo de líquidos.

Y es que la última encuesta realizada por la UPCCA entre estudiantes de Secundaria revela que hay menos jóvenes que beben, pero que quienes sí lo hacen se emborrachan más.