Vila-real celebró ayer el día de Sant Antoni en el ermitorio de la Mare de Déu de Gracia con la tradicional misa y el reparto de más de 1.000 panets --100 de ellos elaborados sin gluten-- entre los asistentes. El acto fue multitudinario debido a que, como el año anterior, en el 2016 la festividad cae en fin de semana, aunque el concejal de Tradiciones, Pasqual Batalla, apuntó que “se trata de una celebración que hacemos todos los años y que seguiremos haciendo, pues aquellos que no pueden acudir suelen tener algún familiar que les recoge el pan”.

Los panes sobrantes del acto, que se repartieron en la plaza del Pastoret después de la eucaristía se llevaron a las diferentes residencias de ancianos de la localidad, y a las dos comunidades religiosas que quedan en la ciudad, las dominicas del barrio del Cristo del Hospital y las clarisas de Sant Pasqual. Asimismo, también se llevaron algunas decenas de unidades sobrantes a Cáritas.

Batalla hizo balance de un fin de semana que empezó con la popular Matxà de Sant Antoni, que desde hace 46 años organiza la Congregació de Lluïsos, y afirmó que “se trata de una celebración que ha pasado en nuestra localidad por algunos altibajos, pero que en la actualidad está muy consolidada y que gusta a mucha gente, por lo que habrá que seguir trabajando en la misma”. H