Por fin una noticia llena de esperanza en el mundo de la justicia: el gobernador de Illinois (EEUU), George Ryan, ha conmutado la pena de muerte por la de cadena perpetua a los 167 presos que esperaban en el corredor de la muerte.

No es que esté a favor de la cadena perpetua, ya que aleja de los reclusos toda expectativa de lucha para su reinserción social. Pero como mínimo no es irreversible y mantiene abierta una puerta de esperanza, puesto que muchos de los países que la admiten en su legislación penal revisan la condena una vez transcurrido un periodo de seguridad de 25 años. El sistema penal jamás es infalible, y por ello debe mantenerse siempre la opción de poder revisar el veredicto si nuevas pruebas cuestionan su plena fiabilidad.