Uno entiende cada vez menos de política. Nunca comprenderá que si la inclusión de Batasuna y Asociados en el ranking norteamericano de grupos terroristas era un acto de justicia, se haya llevado a cabo como recompensa por el apoyo del señor Aznar a la guerra. Así lo reconoce el mismísimo presidente del Gobierno español, cuando, sacando pecho a la manera legionaria, afirma que "valió la pena".

No queremos aguarle la fiesta, pero nos preguntamos qué consecuencias prácticas se derivarán de la inclusión en la lista negra. A menos que algún batasuna significado tuviera intención de pasar unas vacaciones en Disneyworld con la prole, en cuyo caso será mejor que abandone el proyecto, porque el FBI podría truncar sus planes. Mejor dicho, se los podría trincar. No parece probable tampoco que la banda tenga una cuenta en el Chase Manhattan Bank, que estaría ya intervenida. Pero debe ser muy importante la decisión norteamericana, pues sólo hay que ver lo contento que se ha puesto el señor Aznar, al tener noticia del hecho, que ha sido como un regalo de cumpleaños.

Exultante de gozo por el premio y por las frases que le había dedicado el señor Bush, dicen que el presidente del Gobierno llamó a sus colaboradores más próximos para señalar que no hacia falta que le montaran una llegada triunfal a Madrid, parecida a la del Papa. Habría sido una manera grandiosa de comenzar la campaña electoral. Ya que tanto valora la decisión de su amigo de la Casa Blanca, algo tendría que hacer para agradecérselo. Muy a tono con la hidalguía española y con la renovada amistad hispano-norteamericana, el columnista propone que se les nombrara a los dos hijos adoptivos de Quintanilla de Onésimo. Se podría celebrar un acto muy entrañable.