Cuando tu trabajo consiste en relacionarte con los demás, y especialmente si estás al servicio del consumidor, hay una serie de cuestiones que conviene tener en cuenta.

El saludo debe ser con un apretón de mano firme o dos besos verídicos con predisposición positiva, mira a los ojos y sonríe; respeta las opiniones ajenas, no discrimines, todo el mundo es importante y la única discriminación aceptable es la amistad.

Elige siempre la calidad. Lo primero es prestar buen servicio, hay que ser efectivo y rápido el tiempo es oro y nadie quiere perderlo; los problemas se resuelven, no se crean; comunícate y di las cosas claras, aprende a decir no y a tener la boca cerrada cuando proceda; toma decisiones, asume responsabilidades, y cumple tus promesas. Tu trabajo tiene un precio, no lo regatees, valórate y hazte valorar. Conoce, y respeta a la competencia. Sé íntegro, leal, honrado, competente, eficaz, franco, educado y firme; evita las discusiones, no seas demasiado previsible, haz favores si puedes; sé amigable, auténtico, no finjas ni mientras salvo que sea por caridad, reconoce tus errores, aprende continuamente, actualízate, sé innovador y vanguardista; si te asocias que sea con los mejores. Rodéate de la gente más competente que puedas encontrar, proporciona formación continua e ilusiones de futuro, perdona los errores y que se aprenda de ellos; elogia los progresos, comparte los éxitos; involucra a todos en el proyecto común; organiza, delega lo que puedas y paga a cada cual lo que vale.

No busques la compensación inmediata, lo importante es el largo plazo, si aciertas tarde o temprano obtienes recompensa, la mejor cualidad es el sentido aderezado con sentido del humor y tratando a todos como te gustaría que te trataran a ti.