Alguien debería, aun a riesgo de ser irrespetuoso, explicarle al señor alcalde de Almassora que no se puede mezclar la defensa de los intereses particulares de una empresa, que en sus procesos de producción maneja y emite componentes altamente contaminantes, con la defensa de los intereses de los derechos fundamentales a la salud, a un medio ambiente adecuado, etcétera-.

El problema de Almassora es que determinados sectores quieran poner vendas en las heridas, y balones de oxígeno a personas que no están demostrando su lucha por los intereses generales. No negamos que nuestro alcalde realice actuaciones a favor de la sociedad, cree escenarios (más o menos acertados) a favor del desarrollo de un pueblo, pero en sentido aséptico, como todos los alcaldes, como todos los concejales, de dentro o fuera, de ahora o antes. Pero tenemos que admitir que la democracia nos impone unas condiciones, y que cuando estas se quiebran no podemos poner a la sociedad a reciclarse.

Y entre tanto cabreo y enfado, la situación del Serrallo. Toda la clase política de Almassora estamos haciendo el más espantoso ridículo, estamos vendiendo a las próximas generaciones "la destrucción de nuestro futuro". Aquí y ahora solo valen dos posturas: O conseguimos parar el crecimiento de todas las empresas del Serrallo, o ponemos el cartel de "se vende". Y todo lo demás, las palabras, los tiempos, los silencios, las discusiones o los enfados, solo van a servir para contribuir al desengaño de muchos/as que asisten al triste espectáculo de Almassora.

Se lo manifestamos en el pleno del mes de agosto (además de votar su "santificada" moción, recuerde que también denegaron la nuestra): O presentamos reclamaciones ante los tribunales de Justicia, o conseguimos una presión social que haga cambiar los planes de ampliaciones e instalaciones en el Serrallo.

No se trata del PP o del PSOE. Se trata de conciencia y decencia, por poner solo un ejemplo (no personal): la planta de coque de la BP es una absoluta irresponsabilidad, y usted lo sabe. Por ello, mientras veamos obras, no vamos a darle ni un minuto más de coartada, ni el más mínimo argumento para seguir pasando tiempo. Eso lo dejamos a personajes públicos/políticos, como la presidenta de Mos Quedem, o a voceros como el señor Belaire (TV Almassora), que deberían saber que para jugar a políticos al menos hay que serlo, sino se cae en la tentación de hacer el ridículo y seguir al dictado lo que otros no se atreven a decir.

Estamos del lado de Almassora. Si conseguimos, de una vez por todas, sentirnos pueblo, sentirnos dignos de defender los derechos históricos a no ser contaminados, a no permitir que nuestro futuro siga siendo igual que nuestro pasado (o presente), las elecciones no importan tanto. Pensar solo en ganar o en perder es creer que vale más una apuesta personal que una colectiva. Reconozcamos los políticos (en primera persona) que a veces nuestras batallas solo son nuestros propios argumentos vestidos de actualidad.

Por todo lo dicho, no permitiremos que se siga engañando a las personas. Si optamos por las viviendas, no podemos optar por las empresas. Y si optamos por el crecimiento de las empresas, no podemos optar por las viviendas. Lo contrario es jugar a sentarnos y esperar que la "bomba" alguna vez opte por estallar. Seamos honestos con los que nos votan, con los que no nos votan y hasta con los que no votan. Por suerte o por desgracia, esta cuestión no es de hombres, ni de niños, ni de mujeres, ni siquiera la solución (ojalá) está en una llamada al teléfono de atención al cliente de Iberdrola (cómo puede --entre pasillos-- recomendar al concejal señor Balada que llame a un 902 para que le expliquen lo que usted calla conscientemente, señor alcalde).

El otro día alguien me preguntó qué hacía falta en Almassora para que la gente de nuestro pueblo saliese a la calle a defender lo que en definitiva es suyo. La respuesta me niego a creer que sea cierta: "Haría falta un alcalde socialista al que poder atacar". Muchas gracias.

Portavoz del PSOE en el Ayto. de Almassora