Querido lector:

La paralización del aeropuerto de Castellón por parte del juzgado número 4 de Castellón ante las denuncias del grupo ecologista Gecen, es una etapa más del cúmulo de despropósitos que esta fundamental obra para el desarrollo turístico de Castellón arrastra desde su ideación como posible.

Va a suponer sobrecostes monetarios y temporales a raíz de indefiniciones o confusiones administrativas por parte de los ministerios de Fomento y de Medio Ambiente en el mejor de los casos, al igual que supuso sobrecostes y retrasos hace unos meses por errores y carencias administrativas en los proyectos constructivos.

Pero, sobre todo, va a suponer que la imagen de Castellón se degrade hasta límites nada convenientes. Porque tengan ustedes en cuenta que no es la única infraestructura paralizada. Además del aeropuerto, ahí tenemos la conversión en autovía de la N-340 por la comarca de la Plana empantanada por desacuerdos entre administraciones municipales, autonómica y nacional; el necesario corredor mediterráneo de pasajeros y mercancías por ferrocarril todavía sin ni siquiera nacer o la conexión de la autovía de La Plana del interior con Cataluña sin definir y sin ejecutar.

Es decir, las más importantes infraestructuras de futuro para la provincia aún no las tenemos atadas. Y con el tiempo, los rizos se rizan, las soluciones se complican y las iniciativas que no se plasman en presupuestos y obras se eternizan, se retrasan y no permiten crecer a ritmos deseados.