La retirada de 18,2 millones de juguetes de Mattel, 510.000 en España, por la detección de varios errores de fabricación que los convierten en peligrosos para la salud de los niños es una noticia inquietante. Sobre todo, porque ha sido la propia empresa, y no los organismos públicos competentes, la que ha tomado la iniciativa al advertir fallos de fabricación tan graves como el exceso de plomo en las pinturas utilizadas y la posibilidad de que se desprendieran imanes que, de esa forma, podían acabar siendo ingeridos por los niños.

Organizaciones de consumidores de varios países han protestado por el clamoroso fallo de que existan productos en el mercado capaces de dañar la salud. Algunos de esos juguetes, tan populares como el coche Sarge, las réplicas de Batman, los accesorios de la muñeca Polly Pocket o los últimos modelos de Barbie, llegaron a las tiendas con los sellos de la UE. Es decir que, han estado durante años en las estanterías de nuestras tiendas. Urge que las partidas de juguetes peligrosos sean inmediatamente sacadas del mercado, algo en lo que ya han colaborado grandes cadenas de distribución españolas. El hecho de que los juguetes defectuosos estuvieran fabricados en China --el mayor centro de producción de Mattel, la mayor juguetera del mundo, con sede en EEUU-- habla de los déficits que todavía tiene el gigante industrial a la hora de controlar sus manufacturas. Muchas veces el mundo occidental mira hacia otro lado ante las deficiencias chinas.