Este domingo celebramos la solemnidad de San Pedro y de San Pablo, columnas de la Iglesia y heraldos del Evangelio. Por caminos diversos, ambos congregaron la única Iglesia de Cristo y, ambos, coronados por el martirio, celebra hoy el pueblo con una misma veneración.

En este día dedicamos un especial recuerdo al Papa. Es una jornada para agradecer a Dios el ministerio del Papa y avivar en nosotros su papel insustituible para toda la Iglesia y para cada uno de los cristianos católicos. El Papa es el sucesor de Pedro, primer Obispo de Roma. Entre los Apóstoles, testigos directos de las palabras, vida y obras de Jesús, elegidos y enviados por Él mismo para ser sus testigos y maestros en su nombre, Pedro tiene por voluntad expresa de Jesús un significado especial. Jesús eligió a Pedro para ser el apoyo firme de la fe y de la vida religiosa de sus discípulos. "Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia" y "He orado por ti para que tu fe no desfallezca. Cuando estés fuerte confirma a tus hermanos", le dice el Señor a Pedro. Los Apóstoles reconocieron a Pedro la función de presidencia de todos ellos. Después de ascender Jesús al Cielo, Pedro presidía la vida y las actividades de los doce. Pedro es testigo, fundamento y piedra firme de la fe de los creyentes.

La huella de Pedro ha dado a la Iglesia de Roma ese papel de ser referencia para todas las demás Iglesias, garantía de la autenticidad y de la unidad católica de la fe y de la vida de los cristianos.

El ministerio de Pedro se perpetúa en el Obispo de Roma. El Papa garantiza la unidad en la fe de todos los cristianos, de todos los Obispos, de todas las Iglesias diocesanas. Acojamos de corazón y vivamos con fidelidad lo que el Papa enseña en cuestiones de fe y de moral. En las parroquias y templos de nuestra Diócesis habrá en este día oraciones especiales por el Papa Benedicto XVI.