Las oenegés han activado las alertas ante el incremento de personas que recurren, de una u otra manera, a sus servicios como consecuencia de los efectos de la crisis económica. Su máxima preocupación es que las administraciones caigan en la tentación de reducir su aportación a estos colectivos cara a los presupuestos del año próximo. Los recortes económicos pueden afectar a distintas partidas, entre ellas las de ámbito social.

Los ejecutivos, tanto el autonómico como el estatal, han mostrado su posicionamiento a mantener, cuando no a incrementar, las áreas sociales. Al menos, esa es la postura oficial. Pero el temor existe.

La realidad que nos presentan estos colectivos dista mucho de la imagen del Castellón próspero, dinámico y, hasta boyante, que ha marcado la última década. Presentan una provincia con un amplio colectivo marginal y con un incremento exponencial de personas sin recursos por el aumento de la tasa de parados. Retratan una sociedad donde cada día hay más gente que rebusca entre las basuras o, incluso, encuentra su sustento en los desperdicios que acumulan los hipermercados.

Nadie sabe las dimensiones que va a tener la actual crisis económica, ni la duración de la misma, pero no parece la mejor idea reducir los recursos que los colectivos cuya principal dedicación es ayudar a los demás.