Suplementos de periódicos, revistas de todos los colores, programas de radio y televisión, catálogos de empresas bancarias también, de modas o de alimentación, editan periódicamente folletos, cuando no libros, en los que nos aconsejan sobre la forma de alimentarnos y, especialmente, de la necesidad del equilibrio en la dieta. Y su placer, que no hay que olvidarlo nunca, ya que el placer de comer es algo tan antiguo como los más viejos capítulos de la historia de la cultura, vistos como relación humana.

Los profesionales dicen que la gastronomía es también un arte, en su elaboración y la presentación consiguiente. Desde esta orilla del mar en la playa de la Almadraba, observo a menudo que también el comer es muchas veces un acto animal de gula, me lo sugieren quienes disfrutan comiéndose un gran bocadillo en un plis plas, sin dejar huella alguna, unas pocas migas de pan tal vez, que las gaviotas agradecen. De todas maneras, en el mundo en el que nos movemos nosotros es cada vez más acusada la búsqueda de la llamada dieta equilibrada, su concepto.

Dicen los manuales que lo será si cubre las necesidades de calorías y nutrientes que una persona tenga en cada momento de la vida. La gran oferta de alimentos de la que disponemos en la actualidad puede provocar una falta de valoración de los que son básicos e imprescindibles para conseguir una buena nutrición. Los expertos han confeccionado un listado de siete grupos de alimentos para que la nutrición sea equilibrada, la apropiada. Son: la leche y sus derivados; los cereales; las frutas; verduras y hortalizas; aceite vegetal --no hay que desdeñarlo--; legumbres y carnes, pescados y huevos. Otra cosa es la organización adecuada de los menús, teniendo en cuenta la edad de los comensales. Muchas personas están de acuerdo --espero que nuestros lectores también-- en que hay que seguir unas pautas de conducta.

Por ejemplo, introducir las legumbres como plato principal varias veces por semana, para cuya correcta digestión se recomienda como postre el yogur, que evita fermentaciones y aporta más proteínas. Todas las comidas deben tener una ración de alimentos que aporten hidratos de carbono de absorción lenta, es decir, legumbres, arroz, pasta, pan, harina, patatas y hasta castañas, ¡toma castaña!

Escribo en la página a la orilla de esta playa de la Almadraba, de este mar, que fue de pescadores en tiempos remotos, y me complace recordar la necesidad de potenciar el consumo de pescado. Hay que hacerlo al menos dos o tres veces por semana, sin olvidar de vez en cuando el pescado azul y, si fuera posible, aunque sea cada seis o siete días, introducir algún marisco como mejillones, calamar, sepia o pulpo... Si se puede y si el médico de familia no dice lo contrario. Lo que sí que ha de considerarse imprescindible es cocinar con pocas grasas y no abusar de los fritos.

No estoy seguro de si a los lectores de esta página les parecerá correcto que hablemos en los términos en los que lo hacemos hoy, abordando un tema más propio de otro espacio, pero es que mientras cada día construyo mis torres y castillos de arena, contemplo el infinito mar y todo cabe en ese universo. Además, los conceptos tratados aquí hoy son producto de muchas horas de consulta. Con eso, termino diciendo que esta página también tiene huevos. No muchos, tres o cuatro por semana. ¡Ah! Y dos litros de agua al día, aunque no haya sed. Así que, buen provecho.