Invitaron a Rafael Gómez Ortega, el Gallo, a la radio. Allí, le presentaron a Ortega y Gasset, el más eminente filósofo español. El matador pidió que le explicaran en qué consistía su profesión. El locutor le dijo que a Ortega y Gasset le pagaban por pensar. Boquiabierto y sin salir de su asombro espetó el consabido “Hay gente pa tó”.

Esta expresión la podemos aplicar a una noticia conocida hace unos días. La justicia americana ha multado con 120.000 dólares, más la devolución del importe abonado, a una concesión de automóviles en Oregón. Por lo que se ve uno de los comerciales se pasó de listo y vendió siete vehículos en menos de un mes a un anciano de 80 años que no tiene ni carnet de conducir. El octogenario padece amnesia (por el alzheimer) y no recordaba las compras realizadas. El gerente dijo que ellos no se fijan ni en quien compra, ni en cuantos coches se venden. ¿Se lo pueden creer? El olvidadizo comprador gastó 245.000 dólares en las sucesivas compras. Tampoco eso llamó la atención al gerente. El vendedor sin escrúpulos pensó que si a una persona se le olvida que ha comprado un vehículo, se le puede vender otro cada 3 ó 4 días.

Lo cierto es que la moral y la ética son dos conceptos unidos en su fundamento. En ambos, la idea que subyace tiene que ver con la honradez, la rectitud y la integridad. La moral son las normas por las que se rige la conducta de un ser humano, en concordancia con la sociedad y consigo mismo, y que lo convierten o no en buena persona. Así, Aristóteles solo consideraba morales las acciones en las que se puede elegir y decidir qué hacer, lo cual se aprende con la educación. Cuando se actúa de acuerdo con estas pautas, se llega al virtuasismo y a la felicidad. H