Comienza otra legislatura democrática y nunca habíamos escuchado tantas veces la palabra cambio. Cambio a pesar de que gobernarán los mismos. Cambio y, curiosamente, nos encaminamos hacia las dos décadas de permanencia de los mismos. Nunca antes en esta provincia y en esta Comunidad habíamos expresado con tanta vehemencia el deseo de escapar del pasado inmediato. Los propios protagonistas de ese pasado brincan hacia el futuro soltando lastre. Sea como sea, lo cierto es que la frontera de las últimas elecciones y la constitución de las nuevas instituciones nos deja donde estábamos socialmente.

Más allá de los propósitos de enmienda y los deseos para el futuro, hay algunas cosas que siguen donde estaban y requieren respuestas urgentes por el bien de todos. Como quiera que son los mismos gobernantes, con las mismas competencias y con el mismo presupuesto que ellos mismos aprobaron. Presupuesto que debía dar solución, por ejemplo, al inexplicable cierre de diversos centros de día y equipamientos sociales cuyas obras concluyeron hace años pero permanecen cerrados a cal y canto.

El ejemplo de todos los ejemplos es el Centro de Día del Gran Vía en Castellón, pero la provincia está salpicada de casos parecidos.

Estábamos y seguimos estando ante una injusticia. Cada día que pasa sin poner en servicio un centro de estas características no incrementa el perfil de ineficacia del gobierno responsable, sino que, veámoslo desde el ángulo que más duele, se perjudica directamente a centenares de dependientes y familiares que tienen derecho a ser atendidos.

Castellón necesita reivindicar el cumplimiento de su agenda social pendiente. La Generalitat ha comenzado mal esta legislatura respecto a nuestra provincia. Es un hecho indisimulable que no nos tienen para nada. La capacidad de influencia de Castellón en Valencia siempre ha sido escasa o nula. Las primeras decisiones del president en la conformación de los diversos escalones de su gobierno confirman los peores presagios. Ojalá que los presupuestos del año próximo puedan desmentir esta mala sensación que nos ha quedado en estos momentos. La primera nos la han dado en la frente. Pero la frente que nos preocupa es la de todos aquellos que aguardan desesperados la señal de arranque para que las rejas y candados del Gran Vía y demás centros puedan abrirse de una vez por todas. No deja de ser lamentable que tengamos que continuar pidiendo las mismas cosas que ya hace demasiados años reclamábamos y siguen sin entrar en servicio. Ha sido un preámbulo demasiado largo. Indigna, sí. Indigna porque sabemos positivamente que no se han abierto por falta de recursos. Es una obviedad. Escribo esta reflexión mientras en Valencia rugen los Fórmula 1. Qué ironía, por más que sufra nuestro estado del bienestar y los servicios públicos, Ecclestone --el magnate de las carreras-- cobrará puntual su millonada. Somos bifrontes. Bipolares. Centros de día cerrados y las prioridades de algunos siguen su curso a toda velocidad. Como diputación provincial portadora del sentimiento de los municipios y ciudadanos de Castellón, debemos elevar la voz y exigir dignidad a la hora de entender las prioridades en esta comunidad. Castellón también existe. Nuestro dinero llena los bolsillos del señorito de la Fórmula 1 y el Gran vía, entre otros centros cerrados, muriéndose de risa. O una cosa o la otra porque el erario público no da para todo. Creo que está clara nuestra opción. H