El presidente del Gobierno, el socialista José Luis Rodríguez Zapatero, se ha propuesto castigar a los ciudadanos hasta el final de su mandato. No puede haber peor noticia. Sus ocho años de gestión han sido nefastos para los intereses de los castellonenses y de todos los españoles. En estos ocho ejercicios no solo hemos tenido récord de paro, sino que nuestra economía se ha hundido estrepitosamente y los ciudadanos hemos perdido derechos sociales históricos. Y todo por su incapacidad, y la de todos los que le rodean, de establecer unas medidas que sean capaces de ajustarse a la nueva coyuntura, pero al mismo tiempo dinamizando la economía y el mercado laboral.

La gestión de Zapatero ha sido sinónimo de improvisación y desencuentro con todos los agentes económicos, empresariales y sociales. No hay más ciego que el que no quiere ver. Por eso, en su primera legislatura, los empresarios ya le advertían de que venían malos tiempos y que hacían falta medidas estructurales, para amortiguar el golpe. El, por el contrario, hinchó el pecho para decir que la economía española estaba más preparada que ninguna otra para superar la crisis. Hoy, la tasa española de paro es el doble de la media europea, los jóvenes tienen menos oportunidades de futuro y los pensionistas han visto cómo sus pensiones se reducían.

Una cosa es adoptar medidas impopulares, y otra improvisar. Y siempre por imposición. En este tiempo, el Gobierno ha acusado a Aznar de la burbuja inmobiliaria, pero bien que se benefició de esta actividad para llenar las arcas públicas y decir que teníamos el mayor superávit de la historia. Y por supuesto, no hizo nada por controlarla. Ni instó al Banco de España a que aplicara medidas para que no continuara la especulación. No hizo nada.

Dijo que teníamos las entidades financieras más solventes del mundo, pero ahora todo son prisas para intervenirlas. Señaló que haría por consenso la reforma de las pensiones y pasará a la historia como el primer presidente que se ha saltado el Pacto de Toledo. Propuso una reforma laboral y el texto no ha agradado a nadie y, lo que es peor, no ha creado ni un solo puesto de trabajo. Ahora ha reformado los convenios y tres cuartos de lo mismo.

En estos años hemos tenido bombillas, corbatas, cheques bebés… y cuantas cosas improductivas se le hayan pasado al Gobierno. Pero también hemos tenido subidas de impuestos, recorte de salarios, facilidad para el despido, congelación de pensiones –que con la subida del IPC, es sinónimo de bajada—reducción de sueldos de los funcionarios, encarecimiento de la luz y de los carburantes, que pese a la caída del consumo siguen estando en niveles altísimos. Y ahora, Zapatero se saca de la chistera, en el debate sobre el Estado de la Nación, que va a ayudar a todas las familias que sean desahuciadas, para que sus ingresos no embargables puedan blindarse frente a las entidades financieras. ¿No llega usted un poco tarde? Básicamente porque, desde 2007 se han producido más de 300.000 de estas situaciones….

Señor presidente, olvídese de fórmulas mágicas. Los españoles, y los castellonenses, queremos trabajar, no ayudas; queremos confianza, no improvisación; queremos tener en el bolsillo dinero, no que nos lo sangre para después repartirlo a su voluntad y antojo en forma de subvenciones que solo benefician a unos; y queremos inversión en infraestructuras productivas.

Castellón tiene una industria puntera que merece todo el apoyo del Gobierno central y un sector turístico con gran potencial. Y los castellonenses tienen derecho a contar con infraestructuras como el AVE y el corredor, que no pueden esperar más. Resulta descorazonador cómo el Gobierno sí puso en marcha un AVE para el interior de Castilla-La Mancha, por el hecho de que el presidente era su amigo y un apoyo para usted dentro del partido, aunque lo utilizaran nueve al día. Mientras, aquí niega incluso la prolongación del Alvia hasta Peñíscola, porque ya damos por hecho que su promesa del AVE a Castellón no se va a cumplir. Por favor, señor Zapatero, márchese ya a casa. H