Querido lector:

Poco a poco, al presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, le va llegando la hora de la verdad. En los primeros cinco meses de gobierno de la Generalitat y del PP, su nota ha sido muy alta. Ha iniciado una transición muy complicada, tanto en la administración como en su partido, desde la endogamia inhábil de la pasada legislatura y ha salido más que airoso, con el colofón victorioso de la ampliación de la mayoría absoluta en las últimas elecciones generales en la Comunitat.

En este tiempo se ha hecho con el control de la administración autonómica; con el más complicado control aún en su partido, tanto en Valencia, como en Alicante y en Castellón; ha subido escalafones como barón en el PP nacional; ha descolocado a la oposición con una normalización política que parecía imposible; se ha movido entre los grandes empresarios y organizaciones empresariales líderes de la economía valenciana como pez en el agua; y ha elaborado un plan de austeridad, de recortes y de estabilización de la deuda sobre el papel (salvo la F-1) impecable... hasta ahora. Pero a partir de ya, es otro cantar. Ahora llega la hora de gobernar la crisis. Y eso es más difícil.

Dos datos. El primero, la emisión de bonos patrióticos. Aunque Alberto Fabra asegure que se va colocar la totalidad, el 75 por ciento por minoristas y el resto con actuaciones con entidades bancarias y con el ICO, no se han cumplido las expectativas del Consell. Y el segundo, el Gobierno central ha adelantado las transferencias al día 20 de este mes, cerca de 500 millones de euros, a fin de solventar los problemas de liquidez de la Generalitat, al igual que con el resto de administraciones autonómicas. Unos dineros que vienen muy bien, entre otras cosas, para pagar las nóminas de los funcionarios autonómicos que corrían más que un evidente riesgo.

Es decir, a duras penas, la Generalitat saldrá del paso con sus gastos y con su deuda a proveedores. Pero... ¿y después? Pues el margen es estrecho, a no ser que Rajoy eche una mano y cambie el actual sistema de financiación autonómica, como pretende Fabra, lo que llevaría su tiempo y... negociación con los catalanes. Y hay de todo menos tiempo.