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El año pasado se registró el récord de concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera. Es solo uno de los datos que convierten en determinante la cumbre mundial sobre el cambio climático que se celebra en Doha (Catar). Pero, desde la entrada en vigor del Protocolo de Kioto (2005), el tira y afloja entre países desarrollados y en vías de desarrollo permite dudar una vez más del futuro de ese tipo de acuerdos. Pese a sufrir la mayor sequía en décadas y del azote del ciclón Sandy en pleno Wall Street, EEUU sigue distante del protocolo, y con ello se mantiene en el dudoso cuadro de honor de los mayores contaminantes.

Lo mismo sucede con la India y China, que llega a Catar sin moverse de los propósitos de la cumbre de Durban del año pasado y otras anteriores. Ante los condicionantes políticos, los expertos hacen un llamamiento urgente y desesperado, porque el despliegue de las medidas hace de estas un mero parche ante el desafío definitivo sobre la vida de todos los seres humanos. El tiempo corre en contra y el aumento de la temperatura de la Tierra será superior a los dos grados previstos, por lo que los 190 países presentes en esta nueva cita deberían hacer un ejercicio de responsabilidad.