Querido lector:

El FIB estuvo a punto de desaparecer hace unos meses debido a la pésima gestión del que ahora sigue siendo su director general, pero ya no único propietario, Vince Power, que trasladó el saldo positivo del negocio del festival benicense a pagar las deudas de su empresa matriz en Londres, inmersa en un proceso similar al concurso de acreedores nacional, provocando descapitalización, impagos, dimisiones de equipo directivo, desajuste contable... en Maraworld, la empresa gestora del FIB, hasta finalmente abocarla al concurso a pocos meses del festival.

Quizá esta haya sido la razón por la cual la Diputación provincial y el Ayuntamiento de Benicàssim han iniciado rápidamente un proceso de tutela para asegurarse de que el británico no vuelva a poner en riesgo uno de los mayores atractivos turísticos del verano castellonense, superado ya con creces por el Arenal de Burriana e incluso por el Rototom benicense, a fin de que que tenga continuidad en 2014 y años posteriores con expectativas de éxito.

Que el FIB vuelva a ser lo que era es complicado... pero posible por muchas razones (por marca, historia, nombre...) y, sobre todo, si existe verdadera voluntad (y dinero) por parte de los nuevos propietarios, los dos socios de las Islas que Power se buscó solo unos días antes de la fecha de no retorno para que le aportaran los avales que necesitaba a fin de garantizar el pago a los proveedores que el promotor musical había dejado colgados en 2012, dando continuidad al FIB 2013.

Todo hace indicar que va a ser así, tras la primera de las reuniones de tutela celebrada esta semana entre Moliner, Marqués, Power --que en teoría no iba a continuar pero ahora parece que sí--, el abogado del FIB y el administrador concursal. Aunque no ha trascendido más que un comunicado consensuado de intenciones, sí se ha confirmado oficialmente que el FIB va pagando, y que el concurso de la empresa organizadora Maraworld entra ya en su tramo final. Por ahora, habrá que considerarlo suficiente..., aunque sería mejor que lo dijeran los que de verdad manejan el cotarro.