Todos los días pasan cosas y ocurren historias. Y hay días que, además, tienen su propia historia. Es el caso de ese al que llamamos domingo.

En torno a él, sobre lo que se podía o no se podía hacer durante dicha jornada, se legisló mucho a lo largo del tiempo. Por eso, es frecuente encontrar en las ordenanzas municipales de otras épocas normas al respecto como, por ejemplo, la que en el año 1384 se promulgó en Castellón cuando se dejó escrito, “que null hom de qualsevol ley, condició o stament sie, no gos o presumesqua albardar o fer albardar alcuna bèstia en los dies dels diumenges”. Esto con la salvedad de que, desde el toque de vísperas, se permitiera transportar hierba y paja, del campo hasta el interior de la villa, para el alimento de los animales. Se le consideraba como el Día del Señor, lo cual debía llevar implícito el cese de la actividad laboral. Pero el tiempo siguió pasando y el domingo continuó acumulando historia al ritmo de las reivindicaciones sociales por el descanso dominical. De aquella etapa, las hemerotecas conservan interesantes testimonios.

Y a pesar de los 629 transcurridos desde aquel lejanísimo 1384 en que en la villa de Castellón se dijo qué no se podía hacer, a día de hoy se sigue hablando del domingo a propósito de la libertad de horarios. Sin duda, un día con mucha historia. H

*Historiadora