Ha sido tradicional la actitud pasota de la mayoría de nuestros jóvenes a los que la política les daba absolutamente lo mismo. Pero en estas elecciones algo ha pasado que ha roto con esta tradición y nuestros chavales han cambiado. Por ejemplo, mi hijo, de 24 años, estudiante en de Valencia, me contaba que la avenida de los Naranjos estaba llena de banderolas con la cara de Rita Barberá y propaganda electoral del PP. Una Rita con 15 años menos por el Photoshop. Pero que, pese a ello, los estudiantes y amigos le comentaban que dos ideas flotaban en el ambiente preelectoral juvenil: primero, que era necesario ir a votar; y segundo, que había que votar a cualquiera menos al PP. ¡Qué cosas!

Mi hija, con 18 años y siendo la primera vez que votaba, también me comentaba que sus amigas habían concluido que iban a votar a opciones moderadas de izquierda, “porque lo habían comentado con sus padres”.

Por otro lado, en la jornada electoral estuve como apoderado en un colegio donde la etnia gitana tiene una gran influencia. Y aquí también fue curioso el hecho de que los padres y abuelos votaban al PP, así lo manifestaban. Pero los chavales que venían a votar tenían debates ante las papeletas electorales sobre si a quien debían votar era a Podemos o a Ciudadanos y este es un cambio importantísimo dentro de este colectivo jerárquico. H

*Abogado. Urbanista.