Dice una máxima ignaciana que «en tiempos de tribulación, no hacer mudanza». O quizás sí que sea necesario hacerla, o mejor dicho confirmar, la que ya se produjo tras el XIX Congreso Nacional Extraordinario de 2018, que aupó a Pablo Casado a la presidencia del PP.

Aquel Congreso, resuelto mediante un proceso de primarias, fue el momento político adecuado para dar un nuevo impulso al Partido Popular. De igual manera, las mujeres y hombres del PP de Castellón, nos encontramos ante un XV Congreso que es sin duda un hito en nuestro partido. Por primera vez dos mujeres y un hombre, Carmina Ballester, Marta Barrachina y Luis Gandía, dos magníficas alcaldesas y un brillante presidente local -que están demostrando las dos primeras en sus municipios, que se puede gestionar más y mejor la crisis surgida con la pandemia y que puede haber una alternativa municipal seria y liberal, en el caso de Gandía- se enfrentan en un proceso de primarias inédito en el partido en nuestra provincia.

El Partido Popular no es un partido monolítico, no hay una única voz, ni un pensamiento único. Eso sería imposible en un partido que es la organización política con más bases y militantes en España y también en la Comunitat Valenciana y en Castellón. Es decir, nos encontramos ante la organización más plural del arco político castellonense y esa pluralidad ha de ir acompañada de renovación permanente.

Pero la renovación es algo más que un cambio de caras; mucho más que un cambio en las personas que han de transmitir el mensaje de un partido que antaño albergó la confianza mayoritaria del electorado y ahora pugna por recuperarla.

Una confianza perdida por diversas razones: corrupción -no mayor que la de otros partidos pero que nos exige mayor control interno-; incumplimiento de algunos compromisos electorales o no acertar con la respuesta adecuada al desafío soberanista catalán, han influido negativamente en nuestros resultados electorales y ello ha arrastrado también a los resultados en Castellón.

Por eso este proceso de primarias del PP de Castellón nos estimula para recuperar nuevamente el lenguaje que nos identifica y los valores que nos definen, especialmente los de la libertad, sobre todo ante gobiernos escorados y radicalizados que no saben gestionar ni crisis sanitarias, ni económicas y que se caracterizan por la prohibición y por la restricción de libertades.

Este proceso de primarias nos permite emprender un camino de regeneración y de impulso. ¿Con la finalidad de cambiar de caras únicamente? No, con la finalidad ética de dar la voz a los afiliados, escuchar sus propuestas, no admitir tutelas externas, poner un cortafuegos a la corrupción e impulsar un proyecto ilusionante basado desde el principio en la libertad de elegir y no en transitar por caminos de servidumbre.

Ese es el camino que ha comenzado a transitar Carmina Ballester, la alcaldesa de Onda. Desde la unidad y desde la pluralidad. Desde la convicción de pertenecer a un proyecto sólido pero flexible como es el del Partido Popular de Castellón. Desde el convencimiento de defender convicciones arraigadas en el corpus social de los castellonenses; des de una diversidad de opiniones y de planteamientos; y que cree en la participación como garantía de ganar más legitimación a partir de una mayor identificación entre el elector y el elegido.

Y sobre todo desde la lealtad, la argamasa que une la diversidad y la pluralidad, en un sólido proyecto que aglutine los valores de una sociedad que empieza a estar harta de aquellos que prometieron un cambio y solo nos han ofrecido un cambio a peor.

Portavoz del PP en la Diputación