Perplejo, alucinado, desconcertado, confuso, sorprendido y todos los sinónimos que se les puedan ocurrir son aplicables a lo que siento estos días al oír al señor Folgado. No sé si sus compañeros de partido en la ciudad, la provincia, la Comunitat o en España piensan lo mismo, porque tras 10 días de conocer la sentencia del caso Piaf condenando a quienes fueron alcaldes del PP en la etapa más negra de la historia reciente de Vila-real, ni están ni se les espera.

10 años de silencio del PP, escondidos, esperando acontecimientos. Trabajando para tapar y evitar que se supiera la verdad de lo que ocurrió en Vila-real, especialmente los últimos cinco años de los 16 en los que el PP situó a Vila-real al borde de la quiebra con sus desgobiernos. En 2011, mientras en otros municipios el PP arrasaba, el pueblo de Vila-real les inhabilitaba votando cambio y Folgado, responsable también en primera persona de todas aquellas tropelías, se quedaba. Y fueron, unas elecciones tras otras, perdiendo el apoyo ciudadano y pasando de 12 concejales a 5. ¿Y le acompaña alguien de aquella época? Nadie. Él ha ido liquidando, uno tras otro, a sus compañeros, como si no fuera con él.

Esperaba un poco de seriedad, rigor, vergüenza torera, pero sobre todo humildad y capacidad de pedir perdón a la ciudadanía, que de no actuar en 2011 como actuaron, inhabilitándoles, habrían pagado muy caro el futuro de Vila-real por los efectos de gobiernos prepotentes, irresponsables, con un absoluto desprecio por la legalidad, a las órdenes de un PP aliado en múltiples casos de corrupción, que había secuestrado el Ayuntamiento para sus propios intereses y los de unos pocos.

La misión de Folgado era y es clara: defender a su partido en contra de los intereses de Vila-real. El soldado del PP, cual templario por su causa, lo ha intentado todo: manipular, mentir, intentar confundir; y como los ciudadanos son inteligentes y en Vila-real sabemos muy bien quién es quién, se atrevió, con el apoyo de su partido, a acusarme de no sé cuántos delitos presentando denuncias contra mí y miembros de mi equipo, sin importarle lo más mínimo nuestro honor. Denuncias que fueron archivadas por falsas a la primera de cambio. Si me apartaban, si me hacían la vida imposible y me iba, se garantizaba el PP intentar volver al gobierno y tapar, o sencillamente evitar investigar, sus tropelías.

Pero no, señor Folgado, a nadie se le escapa cuál es su misión. Mientras leía su vomitivo artículo de opinión, que escribe gracias a ese gasto en publicidad que tanto critica y a lo que yo, en la oposición, jamás tuve derecho, me venía a la cabeza la copla La bien pagá de Ramón Perelló y Juan Mostazo, que tan extraordinariamente interpretaba la Faraona, Lola Flores: «Bien pagá/… por un puñao de parné».

Señor Folgado, por más que lo intente con mentiras, barbaridades e incongruencias técnicas y jurídicas fruto de su más atrevida ignorancia, amenazas de nuevas denuncias, mi primer partido es Vila-real y voy a seguir trabajando para que, pese a usted y lo suyos, Vila-real avance. Le aconsejo prudencia y humildad, pues esto acaba de empezar. La próxima semana, más.

Alcalde de Vila-real