Querido/a lector/a, por opinar sobre lo de Toni Cantó en Madrid, me refiero a lo de no ir en las listas, algunos me han puesto a parir. Bien. La peña ciudadana es libre para contrastar ideas. No seré yo quien proteste. Pero, que quede claro, que cuando el Tribunal Constitucional quería estudiar lo de Cantó porque podía ser un traspiés electoral pero tenía relevancia constitucional, me pareció una decisión acertada. Aunque, no niego, que mi intranquilidad surge cuando me entero de que esa sala tenía una mayoría de jueces conservadores o, por lo menos, ganaban casi siempre los de ese signo. Incluso aumenta, cuando aparece en los medios de comunicación que, en un tema referente al derecho de manifestación, esa sala optó por limitar ese derecho con el voto de calidad del presidente. Es decir: desconfiaba y aún desconfío.

La cuestión es: ¿Por qué esa desconfianza con ciertos estamentos de la justicia? Posiblemente porque algunos de sus hechos o sentencias me provocan la sensación de que son un sector que no ha pasado bien, o totalmente, por el tamiz de la democracia. O dicho de otra forma, porque aunque se puede y se deba mejorar la forma de elegir a los jueces, no creo que ese sea el exclusivo y esencial problema. Me preocupa también, por ejemplo, observar como en las sentencias de ciertos jueces conservadores pesa en demasía su ideología, su modelo social, sus valores. O como en ciertos temas, de carácter público, se dividen los votos de las salas hasta el extremo de dar la imagen de que, las viejas dos Españas, aún no han sido cosidas con el hilo democrático. Lo cierto es que alguna vez pienso que puedo estar equivocado, pero entonces aparece la derecha, el PP, y al no querer renovar ciertos órganos judiciales, porque parece que saca tajada de su actual mayoría conservadora, me reafirma en mi criterio y duda.

Analista político