Algunas de las personas que estuvieron en Colón me merecen no solo un gran respeto sino una gran consideración intelectual. Otras, que no estuvieron, se oponen igualmente a los indultos. Filósofos (Fernando Savater), escritores (Andrés Trapiello), gentes de izquierdas (Félix Ovejero), exmandatarios socialistas (Felipe González o Alfonso Guerra) han manifestado su oposición en entrevistas, artículos de opinión y pronunciamientos públicos. No son fachas, ni mucho menos. Si a cualquier persona que disienta de nuestros planteamientos, desde posturas de izquierdas, lo tildamos de facha, no solo es que vamos listos, sino que nos tendremos que repensar nuestra etiqueta de izquierdas. Tiene toda la razón Trapiello cuando en el manifiesto de Unión 78, la Plataforma ciudadana convocante de la Manifestación, dice «nadie es facha por decir ahora lo que decía el presidente del Gobierno hace unos meses». Por supuesto, y vuelve a tener razón cuando señala que no se trata de insultar a quienes no piensan igual o cuando critica la equivocación del Gobierno de tildar de venganza de Estado a la sentencia. En realidad, el que esto suscribe coincide en muchas cosas con los convocantes, sobre todo está de acuerdo en la que para ellos es el motivo central de la convocatoria: «Por encima de nuestras diferencias, estamos de acuerdo en unas cuantas cosas. Quizá no son muchas, pero sí importantes. La más importante: la defensa de nuestro orden constitucional». Ahí estamos todos y por eso cabe argumentar, en este caso contraargumentar, que nuestra Constitución, que es de todos, se defiende también y quizá mejor con la concesión de los indultos. Si algo define las excelencias de la Constitución del 78 es ser una Constitución de la concordia, por eso no comparto la crítica que los convocantes hacen a la concordia: «Basta ya de pactar la concordia con aquellos que han acabado con ella y han prometido rematarla de una vez por todas». La concordia se trabaja con el otro, con el que no está de acuerdo. Eso hizo la Constitución del 78 con el franquismo, eso hace el Gobierno del presidente Pedro Sánchez con el gobierno catalán. Si con cientos de muertos de por medio se habló con el terrorismo etarra, ¿cómo no se va a hablar con el gobierno legítimo de Cataluña?

Han cambiando cosas en España

En el manifiesto se preguntan: «¿Qué ha cambiado en España para que los indultos fueran indeseables hace un año y se trate hoy de convencernos de que son necesarios, imprescindibles?». Pues sí, sí que han cambiando cosas en España. Por una parte, hay un nuevo gobierno en la Generalitat catalana que renuncia a la vía unilateral; por otra, hay una sociedad catalana cada vez más cansada de la situación, solo cabe escuchar a los empresarios. Y sobre todo, sucede que un gobierno responsable ha de intentar una y mil veces que la vía política, una vez ha actuado la jurídica, sea de nuevo posible. Por eso, me duele especialmente que personas, para mí, de reconocido prestigio y que ideológicamente están muy lejos de la extrema derecha, descalifiquen al presidente de un gobierno constitucional: «La palabra de Sánchez no vale nada, pues dice hoy una cosa y al día siguiente la contraria». Sé que es un lugar común, pero parece que lo olvidamos, y releer El político y el científico del gran Max Weber, nunca está de más. Acompasar la ética de la convicción con la ética de la responsabilidad es tarea ineludible del político y con la convicción en la cabeza, el presidente, por responsabilidad, ha de salir al diálogo y al reencuentro, los indultos pueden allanar el camino.

Por último, y hablando de responsabilidad, causa, parafraseando a Kierkegaard, «temor y temblor», la irresponsabilidad que se comete y no solo por los partidos de la oposición, intentado apartar o excluir continuamente al Partido Socialista y al gobierno de España del consenso constitucional. Cualquier persona medianamente informada, sabe que tanto ahora, con el presidente Sánchez, como antes con los presidentes González y Zapatero, la bóveda constitucional y por tanto todo el entramado jurídico legal que nos permite la convivencia en paz y libertad, se sostiene, no solo, pero sí de manera esencial y determinante, en el Partido Socialista; los intentos de exclusión son de una ignorancia supina y una ceguera sideral. Pero que nadie tema, los socialistas sabremos estar a la altura.

Presidente de la Diputación de Castellón