El dilema del tranvía es una vieja disyuntiva ético filosófica que pretende contestar a la pregunta sobre si es lícito dejar morir a un ser humano, para poder salvar a un grupo de personas.

El enunciado del problema dice lo siguiente: imagina que ves un tranvía desbocado y sin frenos, que se dirige hacia cinco trabajadores que están en la vía y que les provocará una muerte segura si llega a alcanzarles.

No puedes avisarles y tampoco puedes parar el tren, pero sí puedes accionar una palanca que lo desviará hacia otra vía. Allí hay otro trabajador, pero está solo. ¿Debes apretar la palanca?

No hacer nada implicaría dejar morir a los cinco trabajadores, salvando al trabajador solitario. Usar la palanca condenaría a una vida, pero salvaría otras cinco.

¿Prima la cantidad de vidas salvadas sobre el derecho a la vida en sí? ¿Sería correcto alejarse de la situación sin hacer nada? La mayoría de la gente contesta que sí, que se debe accionar la palanca.

En otra variante del dilema, también clásica, estás situado sobre una pasarela encima de la vía. Podrías arrojar a una persona corpulenta que está a tu lado al tren para detenerlo y así evitar que arrolle a otras 5 que se encuentran inmovilizadas sobre la vía.

En ambos planteamientos la intención que se es la misma: salvar a cinco personas sacrificando a otra. Sin embargo, la acción necesaria para obtener dicho beneficio es diferente pues no es lo mismo dejar que ocurra algo que hacer que ocurra.

Si el 90% eligió mover la palanca, menos del 30% de los participantes apoyó el sacrificio del hombre del puente, pese a que supondría salvar cinco vidas.

Y es que la mayor parte de la gente cree que no es permisible empujar a una persona, es decir, causar un daño aposta.

Estas respuestas muestran que la moralidad humana no se rige por las matemáticas.

Psicólogo clínico

(www.carloshidalgo.es)