Dice el acerbo popular que los que olvidan las lecciones del pasado están condenados a repetirlas en el presente y, por supuesto, en el futuro. La historia nos enseña lo que fuimos y, sin duda, lo que somos y seremos, porque transitamos por el mismo camino que otros recorrieron antes que nosotros. Nadie en los dos mil años de historia de la Humanidad ha creado algo unilateralmente, por generación espontanea, todo parte de una larga cadena de conocimientos que cada generación hereda. Cualquier tiempo pasado no fue mejor pero sí nos ha dado la oportunidad de que nosotros lo seamos. Y eso es algo que no deberíamos olvidar nunca.

Hace diez años se inauguraba la primera edición de Benicàssim Belle Époque. Creo que, siendo honestos, nadie pensaba entonces que podría llegar a convertirse en el referente turístico nacional que es hoy en día. Un evento especial, único en su genero, que reivindica un pasado sin el que no se puede explicar el actual Benicàssim. Cuando fuimos el Biarritz del Mediterráneo y las villas modernistas, construidas en su mayor parte por la burguesía española del primer tercio de siglo XX, se convirtieron en punto de encuentro de las tendencias culturales de la época. Un pasado glorioso del que pocas ciudades en España pueden presumir y que ha estado olvidado durante demasiados años. Por eso lo que comenzó siendo un evento conmemorativo se ha convertido, con el paso de los años, en un acto de reivindicación y reparación histórica.

El esplendor arquitectónico de los edificios del Paseo Pilar Coloma representan a la perfección nuestro pasado, pero también nuestro presente y futuro. La esencia de nuestro turismo reside en Villa Victoria, Villa Elisa o Villa Amparo, al igual que lo hizo durante los años sesenta en el Termalismo, modelo de nuestro turismo de salud. ¿Qué tienen ambos en común? Que abrieron Benicàssim al mundo en forma de turismo internacional. Nos pusieron en el mapa, como hizo en los noventa un festival llamado FIB. Como he dicho antes todo está inventado y, aunque las formas cambian con el avance de la tecnología, la esencia es la misma. Mejorar la tierra que heredamos y hacerla más prospera para las próximas generaciones.

Ni la pandemia ni las restricciones han impedido que Benicàssim Belle Époque haya sido un éxito de participación. Nunca lo hubiésemos logrado sin el apoyo de cientos de benicenses que hacen de este evento algo propio, conscientes que forma parte de su esencia. A todo ellos mi gratitud y, especialmente, a la larga lista de profesionales que lo han hecho posible. Desde la concejalía de Turismo seguiremos enarbolando la bandera de un festival único en su especie y apto para todos los públicos. Somos plenamente conscientes que al hacerlo estamos honrando la historia que heredamos de aquellos pioneros. No se puede impulsar el turismo en Benicàssim olvidando lo que fuimos, cuales son nuestras raíces culturales y por qué teníamos visitantes de todo el mundo. Podéis estar seguros que no lo haremos. Nos quedan muchas Belles Époques por vivir juntos, con B de Benicàssim.

Portavoz de Ciudadanos en la Diputación de Castellón y teniente alcaldesa de Benicàssim