La salud mental no debería ser un privilegio, pero lo es a día de hoy. No podemos seguir consintiendo que ir al psicólogo dependa de la situación económica de cada persona o familia.

La proposición de ley de Salud Mental de Podemos, presentada esta semana, reconoce el derecho a una atención integral y universal a la salud mental y establece unas ratios mínimas de profesionales. Específicamente un mínimo de 18 psiquiatras, 18 psicólogas y psicólogos clínicos y 23 enfermeros y enfermeras especialistas de salud mental por cada 100.000 habitantes.

Un apartado de la ley que suscita interés es el referido a la salud mental de los trabajadores y trabajadoras. En esta ley se atribuye al empresario la protección de la salud mental de su plantilla como prevención de los riesgos derivados del trabajo. Se trata de prevención, vigilancia y control, también de la efectividad del derecho a la desconexión digital.

Productividad, movilidad, flexibilidad son las condiciones en las que se trabaja hoy en día y requieren un alto grado de adaptabilidad. Las nuevas tecnologías presentan a los empleados nuevos desafíos en tiempos cada vez más cortos y la demanda de estar constantemente disponibles y accesibles. Por miedo a no poder seguir el ritmo, muchos ponen su trabajo en el centro de sus vidas sin restricciones. Los expertos llaman a esto «disolución de los límites»: el aumento de la responsabilidad personal y la creciente complejidad de los requisitos ocupacionales conducen a la difuminación de los límites entre el trabajo y la vida privada.

En la UE, se estima que alrededor de 50 millones de personas se ven afectadas por la depresión, la ansiedad y el agotamiento. La enfermedad mental es cada vez más la razón del ausentismo y la entrada temprana en la etapa de jubilación. El 15% de todas las ausencias son causadas por enfermedades de la psique.

Hace unas semanas la gimnasta estadounidense Simone Biles, que iba a participar en las seis disciplinas de la final de gimnasia de los Juegos Olímpicos, abandonó con el argumento de que tenía problemas de salud mental, preocupada por su rendimiento, su seguridad y también por su influencia en el equipo. Las renuncias de atletas en el apogeo de sus carreras no son un caso aislado.

La salud mental es el componente más subestimado para que el individuo logre la excelencia y el éxito, incluso en el mundo del trabajo. Y debemos empezar a tomarlo en serio. La salud mental de los empleados contribuye significativamente al éxito y al logro de los objetivos de la empresa. La Ley de salud mental de Podemos entiende como responsabilidad del empleador la obtención de un ambiente agradable de trabajo y el mantenimiento del bienestar emocional de las personas trabajadoras.

La salud mental es lo primero, por encima de una medalla olímpica, como dice Simone Biles.

Diputada por Castellón de Unides Podem en Les Corts