Es en los momentos duros y especialmente complicados cuando se ve la verdadera pasta de la que estamos hechos. Cuáles son nuestros valores, nuestras profundas convicciones y qué estamos dispuestos a arriesgar para no dejar a nadie en el camino. En solo 15 días la provincia de Castellón ha sido escenario de tres sucesos que han puesto a prueba ese espíritu de cooperación, de solidaridad, el de que nadie se quede atrás. Azuébar, Peñíscola y Benicàssim, epicentro de tres tragedias medioambientales, humanas y materiales, han vuelto a demostrar nuestra fragilidad ante lo inesperado. Cuando sucede lo que parece imposible y nuestra respuesta debe ser inmediata, eficaz y con todos los medios a nuestro alcance.

Una vez más, esa respuesta ha sido contundente. Y lo ha sido gracias al trabajo incansable de una larga cadena de héroes que trabajan a diario como servidores públicos. A menudo solamente nos acordamos de ellos como de Santa Bárbara, cuando truena, pero su trabajo lo realizan los 365 días del año. No solamente cuando abren las portadas de los informativos con el agua al cuello o las llamas alrededor. Consorcio Provincial de Bomberos, Protección Civil, Emergencias, Policía Local, Guardia Civil... y un largo etcétera de servicios indispensables. En las comarcas de nuestra provincia o en Afganistán, donde las tropas españolas tanto han luchado por no abandonar a sus cooperantes. De eso se trata, de cuidar de los nuestros cuando más falta hace. Esa es la verdadera marca España, tan alejada de la propaganda populista de nuestro presidente.

Nadie sabe lo que le depara el destino ni está a salvo de sufrir una desgracia o tragedia. Es algo que deberíamos tener todos en cuenta, pero que a menudo olvidamos. El vecino que se subió al techo de su coche, en Benicàssim, o las víctimas mortales que vieron derrumbarse su casa en cuestión de segundos, podríamos ser nosotros. Es más, somos nosotros. Lo tengo presente cada día como responsable política y me esfuerzo por mejorar la falta de empatía que campa a sus anchas en nuestra sociedad.

La política peca, demasiado a menudo, de abandonar a su suerte a los que se quedan rezagados. En la carrera imparable por acumular poder, algunos no dudan en dejar caer a sus compañeros y continuar sin mirar atrás. Nunca me ha parecido aceptable. Todos sumamos y luchamos por una misma bandera, la de mejorar la tierra que heredamos por encima de siglas o adscripciones. En eso consiste la esencia de la pertenencia a una familia, a una comunidad o a un territorio. Por eso decidí dar un paso adelante en mi carrera profesional y sumarme, hace ahora seis años, al equipo de los servidores públicos. Porque en esta última línea de defensa también hacen falta personas normales. Para extraordinarios, ya están ellos. Mi agradecimiento a todos y cada uno. Estamos realmente orgullosos de vosotros.

Portavoz de Ciudadanos en la Diputación de Castellón y teniente alcaldesa de Benicàssim