Querido/a lector/a, leo la prensa y, en esta ocasión, me fijo en una Anna Hidalgo, alcaldesa de París (española de origen, de San Fernando, Cádiz, del pueblo de Camarón de la Isla), que dice que está preparada para afrontar, en nombre del Partido Socialista, las elecciones a la presidencia de la república francesa del 2022. Aunque, si traigo este asunto a mi rincón, es porque no lo tiene fácil y, su dificultad, me suena que es la de toda la izquierda europea. Pero, también, porque propone cosas que me gustan.

Decía que no lo tiene fácil porque las encuestas así lo anuncian. Y es que, la izquierda, está dividida (cosa que es un crimen para un sistema electoral mayoritario de doble vuelta) entre una socialdemocracia que ya no es en votos lo que era, unos verdes que tampoco tienen lo que se merecen y una Francia Insumisa, la de Mélenchon, que sería más efectiva si fuera menos populista y más práctica. Pero las dificultades de Anna Hidalgo no acaban ahí, frente a ella tiene una derecha dividida pero, en todo caso, con dos poderosas candidaturas: la de Macron, que sale desde la presidencia y tiene el respaldo de la banca y de una de sus propiedades esenciales, los medios de comunicación, y la de Marine Le Pen que es la del partido más importante de Francia y que, al recoger parte del descontento al sistema democrático, mantiene más del 30% de electorado.

En cualquier caso, dice cosas que me gustan, como esas de poner fin al desprecio y la arrogancia de quienes desconociendo nuestras vidas (pero desde la concentración de riqueza y poder) gobiernan el país, buscar soluciones que distribuyan mejor la riqueza y ayuden a la vida en común sin injusticias, potenciar las posibilidades del poder local, facilitar más participación en las decisiones... Por todo ello le deseo suerte, tiene una tarea difícil: la de unir a la izquierda.

Analista político