Octubre de 2021. No se asusten, no les hablaré de la Revolución Bolchevique, aunque a sectores conservadores y retrógrados de la (extrema) derecha política y económica se lo pueda parecer. Ahora que parece que lo urgente de la pandemia, que nos ha ocupado los últimos meses, está pasando a un segundo plano, es momento de (volver a) hablar de la necesidad de forjar los cimientos de lo importante, y de los aspectos elementales sociopolíticos que sueldan una sociedad, que hoy por hoy, es un poco más igualitaria.
Por lo tanto, es de justicia social saludar en esta Tribuna los avances sociales que se van consiguiendo, donde las CCOO como agente social y cómo primer sindicato de este país somos coparticipes, o en términos jurídicos, cooperadoras necesarias de los mismos. Y es que además de ser un sindicato de clase trabajadora que estamos en primera línea de acción desde la base, esto es, en las empresas y centros de trabajo, nuestro factor diferencial respecto a otros entres, es el marcado carácter sociopolítico que hace de nuestra organización un bastión elemental en la lucha contra las políticas neoliberales. No solo somos industria siderometalúrgica, agroalimentaria, química, textil o del automóvil. Nos preocupan las pensiones, la sanidad, la educación, los servicios públicos, el SMI, la micro, pero también la macroeconomía, etc., es decir, aquello que dignifica a las personas por el hecho de serlo. Siempre hemos sido así, le pese a quien le pese, y así seguiremos.
En las últimas semanas se han alcanzado dos acuerdos claves para la necesaria reactivación económica y laboral desde un punto de vista social. Por una parte, con la subida del SMI se marca la senda para alcanzar el 60% de la media salarial en el 2023, coincidiendo con lo comprometido con el Gobierno para esta legislatura. Todo ello se ha llevado a cabo con una huida hacia delante de la Patronal CEOE, que en un acto de irresponsabilidad patriótica, se desmarcó del acuerdo en el último momento, apelando a los «dioses del crecimiento y del mercado», aunque esté sobrada y económicamente demostrado que una mayor capacidad económica de las trabajadoras y los trabajadores, no solo aumenta el consumo y por tanto la demanda agregada y en consecuencia el PIB, sino que genera empleo en términos generales.echo! Se sitúa en 965 euros por catorce pagas que afectará a 1,5 millones de personas trabajadoras.
Por otra parte, hace apenas unos días, con el acuerdo entre sindicatos y Gobierno, (esta vez sí con la firma de la camaleónica CEOE en el ámbito del dialogo social), de la prorroga de los ERTES hasta el 28 de febrero del 2022. Era imprescindible cerrar esta negociación con la ampliación del contador a cero de la prestación de desempleo (es decir, desde septiembre del 2020, no computará la prestación consumida, cuando se produzca un despido por cualquier causa antes del 1 de enero del 2023), la ampliación de la prohibición de despedir y manteniendo la prestación del 70% toda la vigencia del acuerdo. La guinda del mismo está también en la regulación de las imprescindibles medidas extraordinarias para las trabajadoras de La Palma, afectadas por la erupción volcánica. Nuestro máximo apoyo, solidaridad, ánimo y fraternidad con las palmeras y los palmeros.echo! Acuerdo que afecta a alrededor de 300.000 personas que todavía siguen afectas por un expediente de Regulación Temporal de Empleo.
Estas medidas, con la primera parte de la reforma de las pensiones, que garantizarán su actualización al IPC, marcan la impronta de una economía social y un mundo del trabajo, que acabará esta legislatura reforzado con la puesta encima de la mesa de la derogación de la reforma laboral.
Hemos conocido el avance del Instituto Nacional de Estadística (INE) del Índice de Precios de Consumo ( IPC) de septiembre interanual y es alarmante: ocho décimas más respecto a agosto, con lo que la tasa interanual está en el 4% marcando su mayor nivel en 13 años. Pese a los parches puestos por el Gobierno, quizás por presión social y sindical, en materia de la factura eléctrica, los precios siguen en máximos históricos, y marcó este jueves un nuevo récord en el marcado mayorista, cuando el coste del megavatio-hora (MWh) llegó a los 221 euros.
Tenemos la teoría, algo hemos puesto en práctica. Y es que «sin teoría revolucionaria no hay práctica revolucionaria».
*Responsable de Organización CCOO Industria Castelló
