Asistí, el pasado domingo, al concierto que ofreció en el Auditorio de Castelló, en su programación conjunta con la Sociedad Filarmónica, la orquesta del Palau de les Arts de València, bajo la rectoría de un pulcro, aunque discutible en algunos aspectos, Riccardo Minasi. En la segunda parte de un concierto tan atractivo como poco popular, se ofreció una obra de Richard Strauss que se llama Aus italien, a caballo entre la Fantástica de Berlioz y el poema sinfónico que luego cultivara, con tanta prestancia, el compositor muniqués.
A la salida de la audición se comentaba que en el postrer fragmento de la obra, aparecía la melodía popularísima Funiculì, funiculà, que llamó enteramente la atención del público. Precisamente uno de los asistentes me comentó:
--No sabía que esa canción fuera de esa pieza de Richard Strauss.
Yo le respondí: No, no es de él, ni es de esa obra. Es una tarantela que escribió Luigi Denza, con motivo de la inauguración del primer funicular (de tan aciaga y enredada memoria) para subir a la cima del volcán Vesubio y que han cantado y grabado los más grandes tenores de la historia.
Strauss la oyó en su viaje a Italia, cuando contaba alrededor de 20 años y pensó que era una melodía popular y por ello, sin comerlo ni beberlo, la incluyó en el último movimiento de su poema sinfónico Aus italien, que evoca el ambiente popular napolitano. Su sorpresa fue mayúscula cuando después del estreno de esta magna obra, que describe a Italia con una cierta visión teutona, se encontró con una demanda judicial que le había interpuesto Luigi Denza, por utilizar el motivo sin su consentimiento. El resultado de la querella fue favorable al italiano y el músico germano tuvo que pagarle a aquel un estipendio, a modo de canon de derechos de autor, cada vez que se interpretaba la obra. Creo que ya ha prescrito.
Cronista oficial de Castelló
