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Basilio Trilles

AL CONTRATAQUE

Basilio Trilles

Palabra de Felipe

Valencia ha sido epicentro de la política nacional durante este mes de octubre. Primero el Partido Popular llenó la plaza de toros de la capital del Turia como en los mejores momentos de la era Aznar, en la escenificación de la unidad y la remontada tras duros años de travesía del desierto, asumidos con coraje por Pablo Casado, cuyo liderazgo salió reforzado de la itinerante convención de los populares y el aval de las encuestas. Después ha sido el PSOE, esta vez en las magníficas instalaciones de Feria Valencia, con la celebración de su 40 Congreso Federal, cita en la que ha destacado la organización del anfitrión, Ximo Puig. El president valenciano y secretario general del PSPV, el pasado fin de semana brilló con luz propia y es una lástima que desde el Consell vea mermada la capacidad de maniobra deseada, a causa de la cohabitación política, según me cuentan no pocos socialistas que escucharon con esperanza la declaración de intenciones de Pedro Sánchez. Declaración en la que el presidente del Gobierno reivindicó la socialdemocracia que siempre fue el espacio natural de los socialistas españoles, desde que renunciaran a los postulados marxistas en el congreso extraordinario de 1979, tras el intento fallido en el 28 Congreso celebrado en mayo del mismo año y que supuso la dimisión de Felipe González. Aunque éste enseguida volvería a ser elegido en la convocatoria de septiembre de aquel año, en el que la candidatura del joven líder consiguió ser la segunda fuerza más votada del país, con 121 escaños. En octubre del 82, Felipe logró el récord electoral después jamás alcanzado: 202 diputados. Iniciando una prolongada etapa que supondría la positiva transformación de España en todos los sentidos.

Liderazgo

Después de recorrer el territorio nacional en el Peugeot conducido por Iván Redondo, las primarias y la moción de censura que se merendó a un Rajoy sumido en el limbo, más el recorrido de pactos que le han llevado a La Moncloa, no solo nadie cuestiona el liderazgo de Sánchez, además internamente no hay quien le tosa. El último congreso de los socialistas de ningún modo era para ungir al jefe, él mismo se ha ungido. Al menos ha servido para abrir la esperanza de sectores socialistas que siempre han querido permanecer en la socialdemocracia, el lugar político que tantos beneficios ha dado a Europa y a la propia España. Es menester que la dulce semántica de vate profesional que bien sabe desplegar Sánchez se vea traducida en hechos prácticos. Desde luego la estrategia de pactos, incluso con el mismísimo diablo, que ha esgrimido hasta ahora el líder socialista resulta camino poco idóneo para propiciar el regreso verdadero a la socialdemocracia. De cumplirse sería bueno para el conjunto de los españoles.

Los abrazos de Rodríguez Zapatero y, sobre todo, de Felipe González, al secretario general del PSOE tampoco es menester engrandecerlos, marcan una normalidad entre quienes tienen compromiso y deber con el partido que en su día los encumbró. Ahora, en momentos de desgaste con las encuestas nada favorables, toca estar al pie del cañón. Eso sí, notable la aportación de Felipe quien, desde la responsabilidad y la sabiduría, habló en voz de numerosos votantes socialistas, advirtiendo que él no está dispuesto a callarse y defendió el régimen de la Constitución del 78. Y no se fue por las ramas a la hora de aconsejar a Sánchez: «Compañero secretario general, a estimular la libertad de opinar críticamente dentro del PSOE, porque así es como se hace partido». Dicen que numerosas miradas se cruzaron, en silencio.

Periodista y escritor

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