Estos húmedos y pálidos días de noviembre nos invitan, vecinos, a la reflexión. Una reflexión que acompaña nuestros paseos por los camposantos de lápidas limpias, recuerdos y perfume de crisantemos; una reflexión convertida en pesadumbre, pena y desazón cuando se para mientes en la cotidianeidad social y política. Y se reflexiona en tanto se siente y se es consciente de cuanto sucede por donde los mojones municipales de Castelló del Riu Sec. Solo las piedras, escribió Rubén Darío, no sienten, y el árbol es apenas sensitivo. Los seres humanos, sin embargo, vivimos preguntándonos una y mil veces de dónde venimos y qué nos espera más allá de la muerte.
En ocasiones, además, nos preguntamos por realidades muy cercanas e inmediatas. Por el acoso, por ejemplo, a la edil de nuestro Ayuntamiento Verònica Ruiz, a quien el insulto, el improperio, la desfachatez, el cartel anónimo en el entorno del cementerio de San José, y la intolerancia la acompañaron por uno de sus paseos por las calles de nuestra ciudad. Porque es una edil democráticamente elegida por el vecindario, que tiene la dignidad, también democrática, de reconocer fallos y equivocaciones, como Angela Merkel: recordemos su encuentro con el pintor Ripollés a santo de los murales medianeros. Eso no incapacita a la edil, más bien la potencia en nuestra ciudad. La libertad de expresión, no del improperio, es la primera de todas las libertades. Cualquiera de nosotros, aun cuando estemos en las antípodas ideológicas de Vox, tendríamos que reafirmarnos en este aspecto, si algunos desaprensivos acosaran al portavoz de la extrema derecha en el Ayuntamiento. También fue elegido democráticamente.
Esencias de su otoño poético
Aunque volvamos al gran Rubén Dario y a sus Cantos de vida y esperanza donde reflejó las esencias de su otoño poético. En este otoño nuestro tampoco nos podemos olvidar de la vida y la esperanza que apunta también en nuestra cotidianeidad inmediata. Aquí mismo, al lado del Barranc del Sol, tenemos un ejemplo esperanzador de vida e integración. La historia de Lola, la calé de ojos morenos, aplicadísima en la escuela, a quien su padre, por Dios sabe qué tradición, se oponía a que estudiase el bachillerato. Intervienen los servicios sociales, el juzgado de menores y el sumsumcorda. El prudente juez indica que hablará con el progenitor a quien luego le insinúa con suavidad algo relativo a la patria potestad. No hubo problema ni medidas represivas: hoy aquella joven de la raza del cobre es una abogada. Integración y vida para una minoría social tantos siglos discriminada desde el Edicto de Medina del Campo, diseñado por los llamados Reyes Católicos en 1494.
Y de muy abajo socialmente hablando era y es Khaled. Salió huyendo del hambre y la pobreza de Mali. Grande, fuerte, piel muy oscura, poblada cabeza de pelo acaracolado. Travesía en peligrosa patera y alunizaje por donde Algeciras. Allí lo acoge el generoso y solidario cura Andrés Avelino González Pérez, recientemente fallecido. Por medio de contactos interparroquiales aterriza en Castelló como estación final. Un grupo de desinteresados castellonenses se preocupan por él, lo legalizan, le firman un aval bancario para que se compre un rebaño de cabras. Hoy se gana el sustento ordeñando cabras y vendiendo cabritillos. Integración y vida, esperanza y futuro contra la xenofobia y los discursos del odio contra el diferente. Y nos quedan los avatares de Habib y del humilde nicaragüense que hoy es ceramista por donde el Raval del codony. Otro día será. En este Castelló nuestro tan entrañable, y con demasiada frecuencia tan maltratado, como quedó de manifiesto en la agresión a la concejala Ruiz.
