El Periódico Mediterráneo

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Basilio Trilles

BABOR Y ESTRIBOR

Basilio Trilles

El espíritu del 78

En estos días de otoño anuncian un nuevo documental sobre la posguerra española, centrado en los primeros meses de la victoria franquista sobre la II República. El título es conmovedor: Sacar la luz. La memoria de las rapadas. Por el avance hecho en los medios de comunicación, se intuye que es un trabajo testimonial a cerca de la ignominia sufrida por numerosas mujeres durante los días más canallas que dieron rienda suelta a la represalia como continuación cainita de lo que poco antes había sido la guerra civil. Cainismo exacerbado y con especial saña en las dos retaguardias donde indeseables de ambos bandos cometieron las mayores tropelías. Los cobardes, azules o rojos --valga el argot de entonces-- sembraron de sangre y odio las poblaciones lejos del frente, pasando cuentas personales y cobrando venganza, mientras varias generaciones de españoles valerosos, la mayoría arrastrados por las circunstancias y la zona geográfica de residencia, peleaban en las trincheras por unas ideas, unos ideales o, simplemente, con afán de sobrevivir a los acontecimientos.

Tremendo el calvario que sufrieron las mujeres en las que se cebaron grupos de malnacidos. Empero, aquel drama que ahora parecen descubrir las autoras del filme nunca había permanecido oculto, para sufrimiento de las víctimas y vergüenza de sus verdugos. Como tampoco han permanecido ocultos los mismos métodos utilizados por elementos de las Fuerzas Francesas del Interior y de la Resistencia en las ciudades y pueblos de Francia que iban siendo liberados por las tropas aliadas en 1944. Las FFI, dirigidas en París por el coronel comunista Rol-Tanguy, obraron de la misma forma cruel y ultrajante con la totalidad de las mujeres sospechosas de haber colaborado con las tropas de ocupación nazis. Barbarie que se fue repitiendo en pueblos y ciudades del país vecino, donde además la guillotina y los pelotones de fusilamiento no dieron abasto durante un tiempo. El mal es inherente al ser humano.

Iniciativas aleccionadoras

También en este otoño han surgido iniciativas igualmente aleccionadoras en cuan alto es el precio de la libertad, valor encarnado en la figura del héroe valenciano Amado Granell. Primero en Burriana, gracias a la Generalitat, después en Orihuela, merced la iniciativa del ayuntamiento. Precisamente, en esa ciudad alicantina inició Granell una epopeya militar y política de gigantes. En el momento del golpe de Estado del 18 de julio era concejal por Izquierda Republicana, el partido de Manuel Azaña, y su primera preocupación fue la de proteger a personas y preservar el patrimonio histórico artístico oriolano ante las primeras reacciones de grupos violentos de izquierdas, más dispuestos a protagonizar desmanes que a defender la legalidad de la República. Aquella acción tuvo el reconocimiento de quienes eran adversarios políticos y vencedores con Franco. Tras convencerlo que debía exiliarse, le prometieron que su familia no sufriría represalias. La promesa fue cumplida.

Tras indagar durante años sobre la figura de Amado Granell, nunca deja de sorprenderme el nivel de compromiso de nuestro héroe como patriota. El general Leclerc le ofreció seguir la carrera militar con el grado de comandante. Aquello suponía tener la vida solucionada, pero también renunciar a la nacionalidad española, por lo que Granell, tras cuadrarse, le dijo a Leclerc: «Mi general, Francia es mi novia, pero España es mi madre, no puedo abandonarla». Y nunca la abandonó. Puso su vida al servicio de la reconciliación entre los españoles. Lástima que no llegara a vivir la Transición, habría sido un gran activo. Él encarnaba el espíritu del 78, hoy tan denostado.

Periodista y escritor

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