El Periódico Mediterráneo

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Basilio Trilles

BABOR Y ESTRIBOR

Basilio Trilles

Ximo Puig y Carlos Mazón

Desde Adolfo Suárez hasta Pedro Sánchez, pasando por Felipe González, José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, los nacionalistas vascos y catalanes la financiación autonómica se la han llevado calentita, sin despeinarse y sin renunciar al más cínico de los victimismos. Todo comenzó con la Transición y La Constitución del 78, oportunismo que les vino al pelo a dos muñidores profesionales: Jordi Pujol y Xabier Arzallus. El primero de misa diaria y el segundo jesuita. Amén. A los navarros, por aquello del derecho foral tampoco les ha ido nada mal. Desde que Franco dejara el mando, expirando tirado en un jergón de El Pardo (en La Paz sólo lo mantuvieron en vida de forma artificial por casposo interés), mientras su yerno lo fotografiaba, los nacionalistas de Cataluña y País Vasco pasaron a ser los grandes privilegiados del nuevo tiempo democrático que se abría ante la expectación del mundo libre. Así llevan más de cuarenta años, siempre extorsionando al Gobierno de turno y recibiendo prebendas de éste. El perverso juego nunca ha dejado de ser rentable para los voraces intereses de quienes son tratados de forma opípara por el Régimen al que pretenden derribar, en el cínico ejercicio de un tacticismo que va en detrimento del resto de españoles. El estado de las autonomías sí es un capítulo a revisar, pero nadie se ha atrevido a acometer semejante asignatura, vital para un equilibrado desarrollo de España. Cuarta potencia de la UE, que en su día eligió la fórmula autonómica de acentuado déficit democrático, al propiciar hondas desigualdades entre los diecisiete territorios en los que se vertebra la nación fomentando grandes desigualdades entre sí, siendo la financiación la más notable.

Infrafinanciación

La Comunidad Valenciana por lo que aporta y recibe es uno de los territorios más injustamente tratados, recibiendo una infrafinanciación que nos lleva al precipicio económico. Según el director de investigación del Instituto Valenciano de Estudios Económicos, Francisco Pérez, los valencianos se han visto notablemente perjudicados con el actual modelo y ofrece un dato demoledor: «En 2021 cada valenciano recibe 215 euros menos que la media de España y hasta 703 menos que la región mejor financiada». La cosa viene de largo y el pasado sábado los partidos políticos representados en Les Corts, excepto Vox, salieron a la calle bajo el lema Un pueblo unido por una financiación justa, y lo hicieron junto a representantes de la sociedad civil valenciana en las tres capitales de provincia. La implicación del PPCV ha sido bien acogida por el president Ximo Puig, que ha realizado una positiva reflexión asegurando que «se ha avanzado mucho y se evidenció que hay cohesión». Puig puso en valor que por primera vez «el primer partido de la oposición se ha sumado a una manifestación de estas características». Por su parte el presidente del PP valenciano, Carlos Mazón, declaraba en la antesala de las manifestaciones: «La financiación no es una batalla de egos entre presidentes, ni una hoja de cálculo, ni una batalla política, tenemos que ser mucho más capaces de explicar que esté en juego la educación de nuestros hijos, los servicios sanitarios, la dependencia, los servicios públicos dignos y de calidad».

Que Ximo Puig y Carlos Mazón vayan de la mano reivindicando la financiación dibuja un escenario deseable, aunque se antoje efímero. Más allá de la bandería partidista siempre debe primar el interés general de la Comunidad Valenciana. Si embargo, el ejemplo de Puig y Mazón, no encontró una respuesta multitudinaria en la calle. Los valencianos deben salir del letargo que hace verdad el sambenito del menisfotisme.

Periodista y escritor

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