Los trabajadores y empresarios son el motor de España y han pactado una exigua reforma laboral que el Congreso de Diputados debe ratificar. El PSOE gobierna contra natura, con un socio trasnochado y el apoyo de una amalgama de partidos y con ellos circulamos a ralentí, sorteando las piedras que ponen en el camino.
La política de bloques, anclada en el NO por el NO y en encuestas a gusto del consumidor, buscando la concienciación ciudadana o las tendencias, tiene a cada bloque metido en un círculo cerrado, aplaudidos por sus huestes y en el que ni perciben que están incomunicados del resto, ni que nunca un bloque se impondrá al otro.
Por otra parte, la polarización y la crispación vienen acompañadas de un bombardeo constante desde todos los flancos al centro, a Ciudadanos, a los liberales, que resisten y tratan de poner cordura, ahora, con la reforma laboral. A Ciudadanos, unos y otros tratan de etiquetarlo según su interés, pero su política es liberal y solo busca ser útil por el interés general, ahora apoyando una reforma laboral que evite que el motor se gripe. Lo aplauden hasta Fátima Báñez, exministra del PP, autora de la norma a reformar, así como la CEOE y los masacrados autónomos.
El PSOE, artífice de la división social, busca el parche para el pinchazo, aguanta los envites de los trasnochados y la amalgama que le leen la cartilla a diario y de los que depende para seguir gobernando. En el Estatuto de los Trabajadores rebusca el parche, quizás lo encuentre y lo vendan a bombo y platillo. El bloque de izquierda e independentista seguirá estático y errático, arremetiendo contra los liberales por su osadía. Mientras, el otro bloque, petrificados en el NO, seguirá esperando que el higo caiga del árbol por su propio peso.
¡España, despierta! Y cuando pases la ITV, cambia el aceite, liberaliza el volante y, seguro, arrancaremos.
Diputado de Cs en Les Corts
