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La opinión de José Luis Lizarraga | La paz vuelve al Castellón

La paz vuelve al Castellón

No hay mejor política de comunicación para una crisis que la transparencia y, evidentemente, tener un plan siempre en la recámara. La solvencia para afrontar los problemas que surgen en la agenda diaria es clave para salir airoso cuando vienen mal dadas. El fútbol, desde luego, es una buena Universidad para aprender a sortear crisis, porque al estar tan expuestos los agentes internos a los externos, la no rápida intervención amplifica más cualquier cuestión. Es el 'abc' de cualquier estudiante de un grado de Comunicación. 

Y precisamente en el fútbol es donde peor se suelen gestionar los problemas. El CD Castellón, como les he venido contando, optó por dejar que el tiempo momifique los asuntos que no funcionan, hasta que acaban oliendo mal. Sobre todo, cuando unos departamentos tiran por un lado, otros por el contrario y no existe más misión que aquella de desprenderse de culpas.

El cisma entre la dirección general y la parcela deportiva, que antaño dirigía Ángel Dealbert, era tan evidente por conocido que más de un año ha estado formando parte del decorado, sin que nadie se atreviera, o quisiera, quitar el ‘cuadro’ de la pared. Principal responsable: Vicente Montesinos. Luego cada uno de los protagonistas posee su parte alícuota en la crisis.

Es evidente que la comunicación en el club lleva tiempo sin funcionar. Mejor dicho, sin existir. No se le ha prestado atención a un área clave en cualquier empresa, sea pública o privada. Lo primero es afrontar los problemas, luego viene ser transparente, después que un portavoz se encargue de liderar, sin olvidar que todos deben transmitir el mismo mensaje. 

Bueno, pues después de mucho tiempo, parece que en el ámbito interno la paz, de momento, ha regresado al club. Y es justo reconocer que el presidente ha tomado las riendas. Montesinos ha convocado dos reuniones internas. La primera con el organigrama técnico y miembros de su staff. En ello conminó a su organigrama a que existiera una comunicación fluida entre ellos. Y, luego, reforzó el papel de Jordi Bruixola como director general del club y máximo responsable, evidentemente, no del área técnica como es normal que ya tiene a Fernando Gómez Colomer como cabeza y, por cierto, realizando una buena labor. De ahora en adelante, no habrá dudas y Bruixola coge una batuta que internamente estaba muy discutida. Y ya que he sido muy crítico con el director general, también es justo reconocer que en las últimas semanas se ha esforzado en firmar un protocolo virtual de paz para que todos remen a favor del Castellón, como les decía en esta columna hace poco, lo único importante. 

Respecto a Sergi Escobar, quien andaba preocupado por si se le buscaba relevo, solo decirle al técnico de Almassora que su única ocupación debe centrarse en dejarse de funambulismos y trabajar y trabajar. No debe ponerse nervioso si en el club se gestionan posibles alternativas, porque eso si es prever una posible crisis. Igual que cuando él llegó a sustituir a Garrido, era porque existía un plan. Eso no quiere decir, que no se valore su implicación y su amor por su trabajo. Realmente, nunca ha estado discutido y siempre ha tenido la confianza del presidente. Restan 11 jornadas y no debe haber otro objetivo que pelear por el ascenso. ¡Qué bonito sería estar en Segunda el 22 de julio de 2022, cuando el Castellón cumple 100 años! Me alegra comunicarles que la paz ha vuelto al Castellón. Se lo seguiremos contando. PPO. 

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