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Pere Cervantes

AL CONTRATAQUE

Pere Cervantes

Eufemismos

Hace tiempo leí una entrevista a un exmilitante de ETA que había asesinado a más de diecisiete personas. En el momento en el que el periodista describió con detalle alguno de esos crímenes, el terrorista remarcó que no había asesinado a nadie, que en todo caso lo que hizo fue ejecutar a determinadas personas en pleno conflicto armado. Cuando le mencionaron el nombre de una de sus víctimas, un niño de doce años, insistió en no conocer ninguno de los nombres de las personas que había «ejecutado». Eufemismo: término de origen griego que alude al «hablar bien». En eso consiste el eufemismo, en la sutil sustitución de una palabra fea por otra que transforme el hecho en algo bello o como mínimo aceptable. Un artilugio lingüístico que utilizamos con excesiva frecuencia para esquivar la verdad. A pesar de los intentos del periodista por comprender cómo funcionaban los mecanismos de esa mente criminal, todo quedó en un mero intento, pues el asesino, que no ejecutor, no dio su brazo a torcer ni mostró un ápice de arrepentimiento o piedad por sus víctimas.

Una noche de enero de 1999, en una aldea kosovar llamada Racak, los paramilitares serbios asesinaron a hombres y niños de tiros efectuados desde corta distancia, de frente y por la espalda. Algunos de ellos amanecieron decapitados. Las imágenes de la matanza dieron la vuelta al mundo. Un equipo de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) verificó el horror al día siguiente.

Lo ocurrido en Racak desencadenó en la guerra de Kosovo. A pesar de que el gobierno serbio aseguraba una y otra vez que lo acontecido en Racak no fue más que «un intercambio de disparos» entre sus militares e integrantes de las milicias albanokosovares. Otro eufemismo. Una vez más nos tomaban por estúpidos mientras ondeaban la bandera de la mentira frente a la indignación de quienes tenemos ojos y opinión para saber qué es lo que ocurrió de verdad.

Masacre en Bucha

Hace unos días los telediarios abrieron con la noticia que en un pueblo ucraniano llamado Bucha, el ejército ruso había cometido una masacre entre civiles. Poco después la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, y el alto representante de la Unión Europea para la Política Exterior y de Seguridad, Josep Borrell, visitaron el lugar, como en su día hizo la representantes de la OSCE en Racak, y constataron lo evidente: «En Bucha se destrozó nuestra humanidad», dijo Borrell. Y aún así, el gobierno de Vladimir Putin sigue afirmando que todo se trata de un montaje de los ucranianos. Con este mensaje no solo esquivan la verdad y la cubren con eufemismos, también se mofan del mundo entero con su ofensivo argumento. ¿Pero sabe qué ocurre querido lector? Que al final, en determinados foros, consiguen lo que pretenden. Logran esparcir la duda. Porque en esta sociedad que habitamos, cuando la verdad es sustituida por la mentira, si esta proviene de determinado líder político, hay quien llega a creérsela. No hace falta haber estado en una guerra para detectar en esas escalofriantes imágenes de Bucha la barbarie humana hecha realidad. No hace falta que una marioneta de Putin uniformada y con estrellas sobre los hombros nos diga en un tono neutro, con indiferencia y los ojos poblados de mentira, que lo que vimos no es más que un montaje del ejército enemigo.

En todas las guerras, y eso lo escribo en mayúsculas, se asesina a civiles inocentes.

Esa, por desgracia, no es la noticia. Que nos hayamos acostumbrado a convivir con cínicos e impunes eufemismos recubiertos de sangre sí lo es.

Escritor

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