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Vicent Zaragoza

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Vicent Zaragoza

Así está la cosa

Querid@ lector/@, el miércoles pasado y mientras me tomaba un café mañanero, se me acerca un señor y, con cierta ironía, me dice: «Oiga, la próxima vez escriba sobre la guerra de Ucrania y la Organización de Naciones Unidas (ONU)». Así es que, después de saludarnos y con intención de seguir con su estilo socarrón, le pido que me dé más detalles porque si tengo que hablar de cómo se han activado de inmediato las agencias humanitarias de la ONU, el artículo sería largo, alegre y con aplausos. Ahora bien, si se trataba de reflexionar sobre el papel esencial de la ONU, el de paz y seguridad, el artículo sería corto, triste y con la frustración y la mala leche que genera la poca eficacia que tiene en esos ámbitos de acción.

En ese sentido quiero aclarar que cuando hablo de la poca eficacia de la ONU, no me refiero a que es una organización inútil. Ni mucho menos. Me consta, como a todos, su destacado papel en la planificación y supervisión de muchos conflictos y crisis. Pero también es indiscutible que, a pesar de que vivimos en un mundo con menos control y seguidismo que en la época de la pasada guerra fría, la falta de entente entre algunas de las potencias del mundo y miembros del Consejo de Seguridad, el derecho de veto de esos países fundadores y poderosos, la negativa a remodelar la organización, la dificultad y tardanza en impulsar respuestas políticas y diplomáticas... y la tendencia de las grandes potencias a crear estructuras nuevas (como el G7, G20, el foro de París...) para resolver situaciones que tienen que ver el papel y las competencias de la ONU, la están transformando en una institución un tanto obsoleta en la medida que se paraliza o no cumple plenamente con su papel multilateral. Así está la cosa.

Analista político

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