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Pere Cervantes

AL CONTRATAQUE

Pere Cervantes

La ilusión

La ilusión es ese cosquilleo en el corazón que agita las aguas de la esperanza. Cuando irrumpe en nuestras vidas esculpe la mejor de las sonrisas, se otorga el más bello brillo en el pozo de nuestra mirada y nos proporciona esa música celestial que emite nuestra voz empoderada. Imagínese por un momento, estimado lector, la última vez que tuvo el presentimiento de haber localizado a través del radar de sus emociones una idea, un objetivo que lo ilusionara.

¿Lo tiene retenido en su memoria? ¿Recuerda qué le aportó al instante ese pensamiento? Se lo digo yo. Le aportó alegría, que es la hermana mayor de las ganas de vivir. Porque cuando la ilusión nos visita el deseo se convierte en acción, la acción en experiencia y esta última en realidad. Otra cosa muy distinta es que esa realidad se parezca o no, a aquella primera idea de lo que habíamos imaginado.

Pero que nos quiten lo bailao, como diría aquel. Y es que cuando algo nos ilusiona somos capaces de ser mejores personas, dar lo mejor de nosotros y sentirnos en comunión con la vida.

En una ocasión le preguntaron a Paul Newman, la mirada más bella del celuloide, cuál era el secreto de su excelente aspecto a pesar de haber superado los setenta años. Después de ofrecer su eterna sonrisa pícara respondió que él solo ha hecho las cosas que le han ilusionado. Lo que no le ilusionaba, por las razones que fueran, no tenía cabida en su vida. Es bien cierto que la respuesta es propia de alguien que hizo de su pasión su oficio, logrando con esa fusión lo que a mi parecer es el éxito de la vida. Pero no por ello hay que restarle valor a su respuesta. Sin ilusión las cosas pierden color, se desvanecen, y aquello que fue motivo de alegría se convierte en obligación. Y hoy en día si hay algo que el resto de los mortales tenemos en exceso son obligaciones.

Supongo que se preguntará, desde hace unas líneas, a dónde quiero llegar. Hace unos meses una ilusión se hizo realidad en mi vida: ser columnista de opinión para un periódico con una importante tirada. Me brindaron un espacio maravilloso cada sábado en el que hablar de aquello que me inquietaba o me apasionaba. Créame que he escrito cada una de las 20 columnas desde las entrañas. No conozco otra forma de escribir. Desnudándome emocionalmente y dejando ver que pie calzo. Y como mis padres me enseñaron que es de bien nacido el ser agradecido desde aquí quería agradecer a este periódico el que me abrieran sus puertas y me brindaran esta oportunidad. Y a la periodista Mónica Mira, artífice de que todo ello ocurriera. Y a usted lector, por acceder a este espacio este breve periodo de tiempo.

Por motivos que desconozco a veces una ilusión se marchita y no se recupera. Y lo que era alegría se disfraza de obligación. Entonces uno se pregunta para qué. Pronto cumpliré cincuenta y un años, tengo alguna que otra cana y crecí con Los Payasos de la Tele. He aprendido a domeñar mi ego, no permito que este sea motor de nada en mi vida y por ello, aunque mi mirada sea muy distinta a la de Paul Newman, voy a seguir su consejo. No hagan nada sin ilusión. No den un paso si ella no les acompaña. Conviértala en el ingrediente fundamental de sus vidas. Otórguele el alto rango de emoción que ella merece.

Yo ya lo hago, por ello seguiré escribiendo novelas y dejaré a un lado estas columnas. Gracias por todo el cariño recibido.

Escritor

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