La rueda

Los idus de marzo

carlos Hidalgo*

El anuario romano fue evolucionando desde un calendario lunar, en el que los meses duraban el intervalo comprendido entre dos lunas nuevas, hasta un calendario solar. Cada mes se iniciaba con las kalendas (luna nueva), luego las nonas (cuarto creciente) y después los idus (luna llena). Los idus (el día 15) de marzo, era un día muy especial, pues se festejaba la llegada de la primavera. Para los romanos, marzo era el primer mes del año.

Que Julio César fuera asesinado en los idus de marzo del año 44 a.C. es paradójico, en tanto se trataba de un día considerado de buen augurio. El día previo al asesinato, su esposa Calpurnia, tuvo una pesadilla donde advirtió el asesinato de su marido, por lo que le instó a no acudir al Senado ese día. A pesar de que no era supersticioso, aceptó quedarse en casa. Sin embargo, Décimo Bruto, uno de los conspiradores, consiguió convencerlo para que acudiera a la Cámara.

Curioso es que César, a pesar de estar convencido de ser un protegido de los dioses, había acudido días atrás a un augur ciego, quien le había advertido ¡cuidado con los idus de marzo! Y ese día, cuando iba al Senado, halló al vidente y le dijo sonriendo: «Los idus de marzo ya han llegado» a lo que el adivino le contestó: «Sí, pero aún no han acabado». Horas después murió tras recibir 23 puñaladas. Su muerte fue un punto de inflexión en la historia, pues Roma dejó de ser república para convertirse en un imperio. Un reciente estudio asegura que, si César no hubiese sido asesinado, posiblemente el imperio romano hubiese conquistado toda Europa, hoy hablaríamos todos latín y la humanidad estaría 1.000 años más avanzada.

Y es que los eventos de baja probabilidad y alto impacto, conocidos como cisnes negros, aunque tienen pocas probabilidades de producirse, suceden y provocan grandes cambios, como se demostró con la pandemia o esta semana con el crack de Silicon Valley, que ha reavivado los fantasmas de 2008, cuando estalló la crisis de las hipotecas subprime. Como dijo Julio César, Alea iacta est, la suerte está echada.

Psicólogo clínico

(www.carloshidalgo.es)

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