AL CONTRATAQUE

El balón de Angola

Paco Mariscal

Paco Mariscal

Allegados de huerta y secano en las comarcas castellonenses del País Valenciano, nos castiga la sequía. Algunos rincones, nada recónditos, en las orillas de nuestro Riu Sec, amarillean y se agostan. Como amarillean los páramos de tantas regiones peninsulares desde el Alentejo portugués a nuestras comarcas de Els Ports o el Maestrat. A lo mejor la ciudadanía celtibérica en general no es merecedora de tal castigo seco. En puridad, ni creyentes ni agnósticos deberíamos pensar que la falta de lluvias es designio divino. Y por esa razón, se le ha de agradecer a Javier Ortí la minuciosa información comarcal sobre Sant Marc y Sant Pere, Santa Creu y Sant Isidre, Sant Cristòfol y Sant Joan, Sant Antoni y Santa Llúcia, Santa Quitèria y Sant Miquel y sus respectivas ermitas, sin olvidar otras consagradas a diversas advocaciones de la Virgen. Eso es por donde Forcall y Olocau, Catí y Cinctorres, Culla y Portell, la Mata y la Todolella, Castellfort y Sorita, Herbers, Vilafranca o Ares. Por ahí saldrán romeros, unos festivos y piadosos otros, ad petendam pluviam, con la plegaria a los cielos para que se abran las nubes y rocíen la tierra; una canción de primavera seca que, siguiendo el Ritual Romano, comenzará invocando a Dios y a María, seguidos de ángeles y arcángeles, patriarcas y profetas, mártires y vírgenes, monjes y sacerdotes y, claro está, de los santos patronos de las ermitas en sus pueblos o aldeas. En alguna ocasión se dirigen a María, mujer de San José e hija de Joaquín y Ana, y le indican: Agua pedimos, Señora/ aunque no la merezcamos/ que si por merecer fuera/ ni la tierra que pisamos. Curiosa canción este abril seco, y social y políticamente revuelto.

Otras melodías

Llegados los últimos días de abril, uno, además, escucha de nuevo otras melodías. Por ejemplo, Grandola Vila Morena, la canción o contraseña de los soldados portugueses que acabaron un 24 de abril con la dictadura salazarista; una dictadura gemela de la dictadura franquista. Grandola era la tierra de la fraternidad, donde en cada esquina había un amigo y en cada rostro la igualdad. La censura salazarista de Marcelo Caetano tenía prohibida la difusión de esa canción. Como tenía prohibida toda letra y música de Luis Cilia, el portugués nacido en Angola, poeta y defensor de la paz frente a las brutales guerras coloniales, que la dictadura salazarista mantenía desde hacía varios lustros en Angola, Mozambique o Cabo Verde. Luis Cilia no era un folclorista cuya música girara en torno a los fados facilones; era y es un artista cívico que se enfrentó a las ensoñaciones imperialistas y fascistas de la ultraderecha. A bola, la pelota, que pueden escuchar en las redes, es una de sus creaciones más significativas; los versos, sencillos: en el campo caliente sobre hierba tropical, unos soldados juegan al fútbol sin darse demasiada cuenta de que el balón con que jugaban no era otra cosa que la cabeza ensangrentada de un negro angoleño. Al alba de un 24 de abril, los soldados portugueses acabaron con la dictadura y la barbarie de las guerras coloniales. El país lusitano fue girando hasta llegar al concierto democrático de los pueblos de la Europa occidental.

Pero el peligro ultraderechista como la sequía acecha. Lo vimos el lunes pasado cuando un puñado de nostálgicos de la ultraderecha portuguesa le montaron un tiberio a Lula en Lisboa. La sinrazón totalitaria apunta por donde el estuario del Tajo o por donde las orillas del Riu Sec. ¿O no?

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