A FONDO

El Duero y el Riu Sec

Paco Mariscal

Paco Mariscal

Tras las elecciones locales en la capital de la Plana, el análisis no necesita, vecinos, calidoscopio alguno: basta leer los números y observar las orillas del Riu Sec. Nuestro río no es el Duero con su curva de ballesta en la histórica Soria. El Duero «sonríe entre sus barbas de plata/ y muele con sus romances/ las cosechas mal logradas» de la ciudad castellana. Soria ignora su reflejo en las apacibles aguas: «No quiere ver en tu espejo/ su muralla desdentada». Dejó escrito en octosílabos Gerardo Diego. Las aguas de nuestro Riu Sec son ocasionales y rojizas, pues arrastran los limos de los cerros cercanos hasta el humedal costero, donde se construyó sin tino y con la aquiescencia permisiva de corporaciones con distinto color político. Con la misma aquiescencia permisiva con la que se perforaron pozos en las inmediaciones de Coto de Doñana, joya de la naturaleza europea, durante mandatos de gobiernos de distinto signo político. Fue ello durante 50 años, y de atrás le viene la punta al garbanzo de la discordia, una discordia o problema de solución difícil o casi imposible. Aunque, claro está, lo anterior no fue tema con propuestas o soluciones concretas de las huestes de Amparo Marco o de los aguerridos batallones verbales de Begoña Carrasco, durante la campaña electoral a unas elecciones locales.

Eslóganes

Aquí no se habló ni se discutieron pacíficamente las prioridades en inversiones que necesita la capital de la Plana, desde las necesarias plazas de aparcamiento en los alrededores de la estación de ferrocarril, hasta la imperiosa necesidad de cerrar la circunvalación iniciada durante los mandatos de José Luis Gimeno con el sostén de la opinión pública. No se habló de recuperar el patrimonio cultural de la ciudad que supone la desaparición del pegote tardofranquista de una mal llamada Pérgola en ese trozo entrañable y decimonónico de la ciudad que se denomina parque de Ribalta. Olvidadizos, nuestros políticos o políticas locales se ocuparon en eslóganes --es dudoso que a los propagandistas les concedan un Nobel en publicidad--, eslóganes en vallas publicitarias que nos explican a cerca de los sentires de los castellonenses; publicidad vacía y trivial, chorradas como dicen los modernos. No, vecinos, no se habló de todo ello, y la ciudadanía acabó votando como en el Madrid del Manzanares, siguiendo la torrentera verbal del engañoso populismo de la extrema derecha, o de la derecha extrema que viene a ser lo mismo. Con todo, cabe puntualizar con los elocuentes números en las manos.

En Castelló, como en otras grandes ciudades del País Valenciano y del resto de las anchas Españas, Podemos se hundió y perdió algo más de dos mil votos. No se tuvo en cuenta la labor y gestión moderada de los ediles en el consistorio de Castelló. Se quedaron sin representantes porque el vecindario pensó en la actuación destartalada de los Podemos en Madrid o Valencia. Se hundió Ciudadanos: incoherencia absoluta, no fueron el liberal centro derecha que se necesita. Gran parte de los votantes de Cs volvieron a la casa matriz del PP. Los de Compromís, modosos en su gestión municipal, ganaron unos miles de votos, quizás parte de los casi tres mil votos que perdió el PSPV-PSOE de la huidiza Marco. Los votos de la derecha tricéfala de Castelló la pasada legislatura se agruparon en torno a Carrasco, o se fueron a la extrema derecha. Los números del Riu Sec hablan como el Duero, claro.

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