Los cuentos

Nuestros candidatos repiten como loros que saben la doctrina tópicos y cuentos preestablecidos

Paco Mariscal

Paco Mariscal

Ciudadanos con derecho a voto, amigos, allegados y vecinos del Riu Sec en vísperas electorales, cuando la calor taladra las piedras en el secano del País Valenciano y en los páramos de las Españas sedientas, cuando la intolerancia, la prepotencia y la descalabazada radicalidad –como en épocas relativamente recientes de nuestra historia europea – vuelven a aparecer en este apéndice peninsular asiático que denominamos Viejo Continente; cuando el negacionismo, ciego y mentiroso ante la realidad, intenta avivar los conflictos territoriales en la vieja Sefarad, la Piel de Toro celtibérica –y hablamos vecinos de la extrema derecha--; cuando el integrismo atiza las tensiones sociales para que no cesen las llamas que suponen en cualquier lugar del planeta los conflictos y problemas; cuando las diferencias o incordios generacionales los intentan paliar, los unos abaratándoles las entradas en los cines a los decrépitos ancianos, y los otros promocionando el hedonismo festivo con cara taurina hasta la exageración y olvidándose de la cultura del esfuerzo –y hablamos vecinos del PP o el PSOE--; cuando, vecinos de huerta y secano en las comarcas de la capital del Riu Sec, y en las interminables campañas electorales, nos intentan mecer con cuentos.

Cuanto cualquiera de ustedes puede observar, vecinos, es que ni habitamos un idílico, despreocupado y feliz edén, ni, a pesar de la ola de calor, vivimos martirizados en un infierno terrenal. Ni, por supuesto, somos unos tontos, poco reflexivos o ignorantes hasta la médula que digieren con facilidad los cuentos. ¡Ay los cuentos, vecinos! Fue Felipe Camino Galicia de la Rosa, el farmacéutico, el cómico en una compañía de teatro, el granuja que pasó por la cárcel, convicto de un destartalado desfalco, el luchador contra las injusticias sociales con la que tropezaba, el espíritu crítico que tradujo al castellano a Walt Whitman, el que en su obra lírica entremezclaba la experiencia cotidiana con el tono elevado y profético de inspiración bíblica… Fue Felipe Camino y otras hierbas, es decir, León Felipe, el gran poeta hispano, quien vivió a caballo entre Méjico y su España natal, quien nos dejó el poemilla Sé todos los cuentos.

La obra de León Felipe tuvo gran contenido político y social 40 años antes de que escribiese aquello sobre la poesía como arma social y de futuro. Con inocentes cuentos, escribe León Felipe, nos acunan cuando necesitamos pañales. Luego, ya mayorcitos, los cuentos ahogan las angustias, los miedos, los llantos y las preocupaciones de los seres humanos. Y «hasta los huesos del hombre los entierran con cuentos».

Debate que no fue

Y en esta desaforada campaña electoral de medias verdades, falsedades y cuentos, la memoria – y de la memoria se olvidan demasiados candidatos a ocupar un puesto en el parlamento madrileño– la memoria, digo, evoca los versos de León Felipe. Nuestros candidatos repiten como loros que saben la doctrina, tópicos y cuentos preestablecidos. Basta para ello con analizar el debate que no fue debate de Pedro Sánchez y Núñez Feijóo. Y nos olvidamos de los modales en dicho debate, aunque las formas, como nos enseñaron en la escuela, también son contenido. Que el Dios del Sinaí libre a las generaciones futuras de tales ejemplos y modales. A pesar del incordio que supone el sofocante calor, incordio semejante a la lluvia, el vendaval o la nieve, debemos acudir masivamente a las urnas. La democracia es un concepto dinámico: hay que mover las posaderas y andar por la sombra.

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