Babor y estribor

Azaña, Sánchez y el nacionalismo

Sugiero al inquilino de la Moncloa que lea a Don Manuel y su percepción sobre el nacionalismo

basilio Trilles

No tiene ninguna importancia lo que usted haga en este mundo. La cuestión es lo que puede hacer creer a los demás que ha realizado». La cita está extraída de la novela Estudios en escarlata de Konan Doyle y la reproduce Pérez-Reverte en el encabezamiento del segundo capítulo de su última novela El problema final. El texto sintetiza la esencia del maestro nacional en el arte del engaño político, cuyas claves podemos encontrar en El Príncipe de Maquiavelo. Incluso, Pedro Sánchez habría sido personaje notorio entre los escritores y letraheridos del Siglo de Oro que en el caso de Quevedo se despachaba de tal guisa en sus sátiras contra los poderosos: «Mal oficio es mentir, pero abrigado/eso tiene de sastre la mentira/ que viste al que la dice; y aun así aspira/ a puesto el mentiroso, es bien premiado».

Ocurre que la metamorfosis sufrida en la opinión de Sánchez ante el procés, tras perder las elecciones del 23J, supera el más difícil todavía de Pinito de Oro y el milagro del Hombre Botella, el dislocacionista argentino Zamorate, que con casi un metro ochenta lograba introducirse en una botella de metacrilato de 40 centímetros de altura y 42 de diámetro. La escuela literaria de la picaresca podría haber adquirido mayor brillo con tal gobernante, Quevedo seguro que habría tenido una obra más prolija ante semejante inspiración. A todo esto, el presidente en funciones ya ha pronunciado la palabra amnistía.

El domingo pasado una riada de decenas de miles de personas se manifestó en las calles de Barcelona convocada por Sociedad Civil Catalana bajo el lema: No en mi nombre. Ni amnistía ni autodeterminación. Respuesta que vino a constatar lo que ya dijeron las urnas el 23J: la mayoría de los catalanes no es independentista. Eso que por el interés de mantener el poder el dúo Sánchez/Díaz califica como desinflamación de Cataluña resulta una falaz milonga oportunista. Ese mismo día 8, el órgano sanchista publicaba entrevista con Salvador Illa, el socialista taciturno que obró el milagro de salvar los muebles del PSOE gracias a unos excelentes resultados del PSC. En el amigable interviú a Illa el titular dejaba pocas dudas: No pediremos a nadie que renuncie de sus ideas políticas y seguía con la doctrina oficial de criticar el apoyo de Feijóo y el PP, no digamos ya Abascal y Vox, a la manifestación de catalanes constitucionalistas. Esa misma mañana, desde Valencia, la ministra en funciones y exalcaldesa de Gandía, Diana Morant, aseguraba en un acto del PSPV sobre el 9 d’Octubre: «El PSOE volverá a coser la convivencia entre todos los territorios» de España «mientras otros están hoy en Cataluña provocando». La declaración de la ministra socialista confluyó con las palabras del presidente de la Generalitat catalana, Pere Aragonés: «El fracaso de hoy, de esta manifestación, nos empuja a seguir batallando más que nunca, con más fuerza, por la amnistía y por la autodeterminación». Un poco de decencia, ministra. Quienes provocan son los que chantajean a cambio de un puñado de votos.

En la sesión de investidura del 7 de enero de 2020, Pedro Sánchez utilizó una frase de Manuel Azaña: «Todos somos hijos del mismo sol y tributarios del mismo río». Un año después rendía homenaje al presidente del II República ante su tumba en Montauban. Sugiero al inquilino de la Moncloa que lea a Azaña sobre el nacionalismo: «Yo nunca he sido patriotero. Pero ante estas cosas me indigno. Y si esas gentes van a descuartizar a España, prefiero a Franco. Con Franco ya nos entenderíamos nosotros, o nuestros hijos o quien fuere. Pero esos hombres son inaguantables. Acabarán por dar la razón a Franco. Y mientras, venga poderes, dinero y más dinero». Profético, Don Manuel.

Periodista y escritor

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