A quemarropa

El edificio de Borrull

Pablo Sebastiá

Pablo Sebastiá

Ximo Puig, el querido y bienamado expresidente de todos los valencianos, junto a sus muchos consejeros, sus múltiples asesores y la habitual recua de chupópteros del poder que suele rodear a quien lo ostenta, decidieron convertir los antiguos juzgados de la plaza Borrull en un inmenso contenedor funcionarial para que, entre unos y otros, siguieran moviendo papeles de un lado a otro sin cesar de aquí a la eternidad. El caso, queridos lectores, es que la obra, contratada por cierto a una constructora de fuera de la provincia, para que se note que eso de crear riqueza en el terruño les importaba un bledo, ya está casi acabada.a llegado la hora de pensar bien a qué se va a destinar semejante mamotreto. Y yo, como buen metomentodo, quiero dar mi opinión.

La casa grande, como la conocemos los castellonenses, el centro de especialidades médicas de la avenida del rey don Jaime, se cae a pedazos. Está en las últimas. Por eso, ¿qué mejor opción para el edificio de Borrull que convertirlo en el nuevo, moderno, dinámico y cómodo centro de salud y de consultas de especialidades del distrito uno? Castellón lo necesita como el aire. El casco urbano necesita dotaciones de salud a su medida, y la ocasión la pintan calva.

Ahora que los ideólogos de semejante chapuza ya no pintan nada en la gestión de la cosa pública, es el momento de parar, respirar hondo y reflexionar. ¿La ciudad necesita otro contenedor improductivo? Detener aquel esperpento de hipotético centro de innovación en el antiguo edificio de Correos fue un acierto, y repensar Borrull es más que oportuno. La tarea más importante que tiene la Administración pública es velar por la salud y la educación de los ciudadanos. Que se note, pues.

*Escritor

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