La rueda

Benditas y sufridas tierras y gentes

Vicent Zaragoza

Vicent Zaragoza

Querido/a lector/a, la semana pasada asistí, como público, a una mesa redonda. Se trataba de escuchar la opinión, en un asunto de interés y preocupación colectiva y local, de los representantes de los partidos que tienen poder institucional en estas benditas tierras y gentes. Era pues, un acto normal y deseable. El problema aparece cuando a algunos de los ponentes se les calienta el morro y se confrontan sobre un tema que, como el de la república o monarquía, nada tenía que ver con el asunto por el que se nos convocó.

Para una de las partes (evito las siglas, pero la representaba un partido minoritario de la izquierda), la necesidad de implantar la república tenía urgencia inmediata. Y, como era de esperar, casi toda la crítica tenía que ver con el desmadre de vida del emérito, de Juan Carlos I. Así es que, no apareció su papel en la transición, ni la presencia de la monarquía en la Constitución, ni el cálculo de si era posible, ni la división civil que se podía generar… Pero, lo peor, es que confundían la república (tiene que ver con la soberanía política) con la justicia social.

Para la otra parte, la derecha en general (tuvo más protagonismo la derecha minoritaria), la culpa recaía sobre toda la izquierda. Olvidaron, conscientemente o por ignorancia, que la izquierda respaldó a la monarquía en la Constitución (Fraga y los de AP se dividieron ante la Constitución). Una derecha, la de esa mesa redonda, que no quiso ver que las instituciones y cargos públicos que representan a los ciudadanos y viven del presupuesto, deben ganarse el respeto y la continuidad ejerciendo su papel constitucional con trasparencia y ética. Por cierto, no se trata de negarles el derecho a tener vida privada, pero es evidente que su vida privada no puede colapsar lo esencial: la dignidad que reclama la función y discurso público. Al salir del espectáculo kafkiano en el que se convirtió la mesa redonda a la que asistí, le dije a mi mujer que, a partir de ahora, en vez de hablar de estas benditas tierras y gentes hablaré de estas benditas y sufridas tierras y gentes.

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